CIUDADANOS DEL MUNDO GLOBAL Si un extraterrestre tuviera la capacidad de observar simultáneamente lo que ocurre en los países avanzados y en la Argentina, no entendería muchas de las diferencias. Si tomara en consideración las riquezas naturales, las influencias climáticas y que la expansión tecnológica permite una comunicación rápida de las novedades y una operación internacional de los cambios, no comprendería por qué unos viven en el cielo y otros en el infierno. Pero si el que estuviera en el cielo fuera Juan Perez - un argentino promedio - y se decidiera a participar en lo mejor de los dos mundos, debería preguntarse: ¿qué es lo que me diferencia del exitoso John Smith promedio que reside en Londres? La primera distinción es que él domina el inglés como lengua materna. Si Juan Perez optimizara su inglés, podría convertirse en ciudadano del mundo global y competir con John Smith según la lógica de los mercados modernos, es decir, ofertando sus servicios a menor costo. Si ciudadanos y gobernantes actuáramos estratégicamente y en equipo, podríamos trasladar a los países desarrollados parte de nuestros problemas de empleo. De hecho, las empresas internacionales profesan el culto de la tercerización según el cual eliminan o reemplazan gente y se reorganizan para aumentar sus beneficios y hacerse más competitivas. Ni al ciudadano Juan Perez ni al político de turno, les alcanzaría solamente con aprender inglés, pero sí sería una condición necesaria. Si evaluamos a los que buscan trabajo, comprobaríamos que el argentino está alejado y a muchos kilómetros del dominio de este idioma. Y como en la actualidad el inglés es el idioma del mundo, dominarlo es la primera herramienta del aprendizaje de la globalización. La segunda es combatir la tercerización, convirtiéndome en "YO S.A." o ciudadano del mundo global. Para ello, hacen falta dos estrategias: 1) Desarrollar mi creatividad: si quiero ser competitivo no puedo continuar utilizando sólo el 10% de mis recursos naturales. 2) Integrar mi sistema nervioso con el sistema nervioso digital: si el universo de los átomos está asociando con el de los bits, puedo realizar cualquier trabajo a distancia transformándome en un teleworker, el trabajador del futuro. Así, Juan Perez superará a John Smith porque lo aventajará en lo que este último no se ha percatado: ha desarrollado al máximo su creatividad y además es bilingüe. La solución, es mejorar la productividad del argentino, la cual representa hoy sólo el 25% comparado con sus pares de países desarrollados. Esto explica, por un lado, el exceso de horas extras. Por el otro, hace incomprensible la desinversión en educación de la creatividad, cuyo desarrollo permitiría poner en marcha la fábrica de ideas como escuela de proyectos. Para lograrlo, busquemos a aquellos argentinos con ganas de cambiar, encendamos en ellos la llama de la esperanza y comencemos a invertir en su capacitación para convertir sus pequeñas brillantes ideas - como perlas a cultivar - en exportaciones e ingresos de divisas. Esta es la propuesta de ILVEM, institución comprometida con la filosofía de que la educación puede y debe ser diferente. Aunque la burocracia instalada en la sociedad es una máquina de impedir, los sectores progresistas pueden aliarse incorporando tanto el principio de individualidad como el de solidaridad social, resumido en la frase "aprender a trabajar en equipo". * Dr. Horacio Krell, Director de ILVEM. Consultas a horaciokrell@ilvem.com.ar. |