Hay que tener cuidado con las palabras ya que están en el lugar que mañana ocuparán los hechos. El diálogo interior construye el futuro: si ante la pregunta ¿me quiero mucho, poquito o nada? responde :"no me quiero”, le está dando una orden al cerebro de fracasar. En esta nota hablaremos de quién es un extraño y en negrita de quién se conoce a sí mismo : El extraño para sí pierde a su mejor amigo; Quién se conoce accede a la fuente máxima de energía: su propio deseo. Ama a su prójimo como a sí mismo. Vive disociado, busca afuera algo o alguien que por imitación o por contagio le otorgue un sentido a su vida; Construye su templo interior por un simple mecanismo de anclaje con su vocación. Siente al tiempo como una carga muy pesada; lo considera como un valioso recurso que lo comunica al instante con el pasado, que ilumina el presente y lo conduce al futuro anhelado. Sus instintos, emociones y pensamientos lo dominan, no reconoce el bien del mal; Los armoniza, sabe lo que quiere y el éxito lo alcanza natural y ecológicamente. Desconoce su origen divino; Conjuga en primera persona: Yo creo( de creer) en mi imagen y semejanza con el gran creador y entonces yo creo ( de crear) lo que deseo alcanzar. Identifica educación con instrucción e información; Aplica su verdadero sentido : extrae de sí mismo lo mejor y puede hacerlo porque también sabe que lo posee. Su hablar es impersonal, no es el autor de lo que dice, usa la oración que es una unidad abstracta de la lengua que no genera respuestas ; sabe que aun en eterna soledad el hombre necesitaría inventar la lengua para poder pensar, usa el enunciado que particulariza, señalando la intención y el compromiso. Su palabra es mi palabra lo que implica una actitud valorativa y un destino: está dirigida a alguien. Aprender a dialogar con uno mismo es poder construir enunciados activos con una actitud y con una postura haciendo uso de las unidades de la lengua – las oraciones o las palabras- para inventarse a uno mismo, para expresarse y para conformar la propia identidad. Descubrirse es ponerle sello personal a la vida, es entender al lenguaje como lazo social, es enseñarle a esa indefensa criatura que es el hombre al nacer, a convertirse en el dominador del universo, por el poder extraordinario de la comunicación. En un diálogo productivo hay que aprender a expresar lo que se calla por miedo o conveniencia; la sinceridad es el dominio de la ética: "decir lo que se piensa", la comunicación es el dominio de la capacidad de acción, "dialogar con precisión". Las palabras mueven al mundo. Escuchando bien, decidiendo con argumentos, realizando promesas responsables se reúne la competencia con la sinceridad. Es notoria la incompetencia del sistema educativo formal para promover el diálogo interior productivo y refleja la incapacidad media de la gente para expresar en palabras las sensaciones y emociones que como la punta del iceberg denoten la existencia de una extraordinaria capacidad dormida. El pez es el último en darse cuenta de que el agua existe ya que es su medio natural, así también el hombre vive sin conocer su verdadero potencial, sin percibir su grandeza, porque mira hacia el costado y se compara con la media en lugar de connectarse con la excelencia. Aprender a dialogar con uno mismo es el medio efectivo para crecer con la curiosidad del niño que en un sentido metafórico y educativo es el verdadero padre del hombre. El Dr. Horacio Krell dirige ILVEM institución dedicada a técnicas intelectuales e informática aplicada responde sus consultas en ilvem1@ilvem.com.ar.ar. |