A mover los piolines

                                   EL ARTE DE LA MOTIVACIÓN * por Horacio Krell

 

 

A MOVER LOS PIOLINES

 

En el juego de las 20 preguntas se llega a la verdad interrogando, tal como  Sócrates hacía parir el conocimiento. En los problemas, habitualmente, un conocedor explícito los plantea, pero, a veces, lo hace un observador tácito: la naturaleza misma de la situación. Descartes aconsejaba descomponer una hipótesis en sus componentes lógicos más pequeños, y recomponer el todo por el camino de la síntesis. El conocimiento nuevo proviene del viejo, no se puede avanzar sin realizar esta prueba indagatoria. Hay que Aprender a pensar.

 

Ernest Rutherford, premio Nobel de Química en 1908 recibió el pedido de un colega para  que fuera arbitro del examen formulado a un alumno ante la pregunta: "Demuestre la altura de un edificio con la ayuda de un barómetro". El estudiante contestó: " llevaría el barómetro a la azotea, lo ataría una soga, hasta que toque el piso, y marcaría la soga para medir la longitud". La respuesta era correcta, pero no certificaba sus conocimientos. Rutherford  sugirió (aplicando el sentido común) una segunda prueba advirtiendo al alumno  que debía responder con conceptos de física. El alumno tardó porque tenía varias respuestas en mente, su dificultad era elegir la mejor. Finalmente se decidió: "tomo el barómetro, lo lanzo desde la azotea del edificio, cronometro el tiempo y uso la fórmula 0,5 por A por t^2 = altura del edificio". Le dieron la nota más alta. Rutherford  le preguntó sobre otras ideas.

 

El alumno contestó: 

 

1) "en un día soleado, mido la altura del barómetro y la longitud de su sombra, y la longitud de la sombra del Edificio. Luego  aplico una simple proporción".

 

2) "Al subir las escaleras marco la altura del barómetro y cuento el número de marcas hasta llegar a la azotea, multiplico la altura del barómetro por el número de marcas  y obtengo la altura".

 

3) "Ato el barómetro a una cuerda y lo muevo como si fuera un péndulo. Cuando el barómetro está a la altura de la azotea la gravedad es cero y mido la aceleración de la gravedad al descender el barómetro, aplicando una sencilla fórmula trigonométrica".

 

4) Existen otras, pero quizás la mejor sea ir a la casa del portero y decirle: aquí tengo un bonito barómetro. Si me dice la altura del edificio, se lo regalo.


Rutherford le preguntó por la fórmula convencional: la diferencia de presión marcada por un barómetro en dos lugares diferentes da la diferencia de altura entre ambos lugares.

 

 

 

Dijo que sí, pero que sus profesores le enseñaron a pensar. El estudiante era Niels Bohr, físico danés, premio Nobel de física en 1922. Fue  un innovador de la teoría cuántica.


Lo esencial en esta historia es que se puede enseñar y aprender a pensar, que hay mil soluciones para un problema, pero lo genial es elegir la más práctica y veloz, y seguir resolviendo otros problemas, ya que el problema es el motor de la inteligencia y el pensamiento el instrumento de resolución. Sin problemas no existiría inteligencia. Para entrenar la mente hay que recorrer el puente que comunica a los dos hemisferios cerebrales.

 

 

Primero: "comprender la situación", tal como es y no como queremos que sea.

 

Segundo: "inventar la solución", que el hemisferio derecho dispare diversas soluciones consultando con  la memoria y produciendo el máximo de alternativas posibles, es el pensamiento divergente.

 

Tercero: "actuar en consecuencia", que el hemisferio izquierdo elija la mejor solución según los criterios y los recursos, es el pensamiento convergente.

 

El pensamiento es como un río: calmo en unos tramos, turbulento en otros y con una cascada hacia la salida. Así como el remolino lleva las aguas hacia arriba, el pensamiento retrocede ante las nuevas dificultades. Hay un estado de flujo que lleva desde la situación inicial a la solución. El principal problema es que a menudo el pensador quiere empujar al río o buscar un atajo. El qué y el cómo de la propuesta deben atender al por qué del problema. Cómo en los viejos tiempos hay que retomar el arte de aprender a preguntar.

 

El doctor Horacio Krell es el director de Ilvem, donde se enseña a pensar. Recibe sus consultas en horaciokrell@ilvem.com.ar

 

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