Buenos Aires, Julio de 2010
Muchas personas sienten un vacío interior y lo ocultan guardando objetos inútiles por si algún día los necesitan, acumulando mucho dinero por si les falta o arrastrando odios, tristezas, y miedos sin solucionarlos. Así buscan llenar el vacío que debería estar libre para que los recursos productivos ocupen su lugar.
El horror al vacío. Aristóteles pensaba que la naturaleza aborrecía el vacío. Desde entonces se piensa que nada debe quedar vacío. Algunos artistas no descansan hasta que no ven su obra terminada y otros no pueden llenar el vacío del silencio o de la página en blanco. Entonces se limitan a copiar y pegar.
El horror al vacío retrasó por siglos la idea de Demócrito según la cual los átomos se mueven en el espacio vacío hasta que por fin Einstein mostró que el vacío podía transformarse en energía y que es el substrato de lo real. Así el vacío dejó de ser lo opuesto a lo real y la ciencia aspira que brinde la solución al problema energético.
El poder del vacío. LaoTse dijo “Treinta radios lleva el cubo de una rueda; lo útil para el carro es su nada (su hueco)”. “Con arcilla se fabrican las vasijas; en ellas lo útil es la nada ”. “Se agujerean puertas y ventanas para hacer la casa, y la nada de ellas es lo más útil. En lo que tiene ser está el interés y en el no ser está la utilidad”.
Para oriente el vacío es la realidad profunda, occidente tardó siglos en entenderlo como el correlato necesario para la presencia de las cosas.
El vacío matemático. Cero viene de vacío y señala la ausencia de la cantidad. Su invención dio sentido a la presencia de una ausencia necesaria. Esa operación mental se produjo en la India. Occidente, al despreciar al vacío, no pudo lograrlo. Sin embargo 5 de los 12 primeros premios Nobel de Física y Química fueron sobre técnicas de vacío.
El átomo tiene un enorme espacio vacío. La Naturaleza no siente horror al vacío, es el hombre quien teme. Todo está lleno de vacío. Los átomos los fabricaron las estrellas, que al explotar los liberaron para formar la materia. El temor al vacío deriva del miedo a la muerte. Por eso precisamos llenar el vacío y está mal visto tener tiempo libre.
De la nada. Ese algo que es nada (el vacío) tiene energía y genera cosas con partículas subatómicas, siempre de signos opuestos. Somos polvo de estrellas y de explosiones cuya violencia escapa a la imaginación que volamos en un vacío que no es vacío, en un espacio que se recrea. ¿Cómo se podría imaginar que de la nada surja una energía de la que nacen las cosas? Detrás de cualquier efecto siempre existe una causa que lo genera.
¿Cómo llenar el vacío? Lo que no se usa se pierde. ¿Para qué tener lo que no usamos? Sin espacios vacíos de tiempo no conoceríamos gente, ni cambiaríamos de trabajo. Si llenamos el vacío con basura no habrá prosperidad. Es preciso el vacío para que la novedad llegue. Sin vacío la mente no puede crear. El vacío atrae lo que se desea. Cargarse con cosas inútiles lo clausura. Los bienes deben circular, cambiar lo obsoleto por algo que nos sirva y donar el resto. Guardar no es administrar que es conseguir. Guardar por guardar sin un plan es la cobardía que justifica la inacción. Es creer que mañana algo faltará y no sabremos cómo cubrir nuestras necesidades.
El paradigma de abundancia. Lanzarse al vacío implica creer en que en el mundo hay una torta muy grande a repartir y formas diferentes de hacerla crecer, que nadie es imprescindible, que lo mejor está siempre por venir. No hay que creer el mensaje:"esto es lo que hay","así son las cosas","es lo que te toca vivir". El compromiso es quedarse vacío de lo que se anhela, no tener miedo a despegarse de personas, cosas, hechos, ideas, trabajos, profesiones y lugares. No hay nada estático, todo va y viene hacia lo desconocido. Algunos ven el peligro en el vacío, pero en la dificultad aflora nuestro talento. La historia la escriben los que han visto en el vacío la imagen del ser serán.
Nadie puede llenar el vacío interior sino nosotros. Guardar lo que no sirve es desconfiar de un futuro mejor del que uno mismo es el arquitecto.
La autoestima -el amor por uno mismo- llena el vacío del alma, nos mejora y atrae personas y recursos valiosos. Para incrementarla hay que cumplir con las promesas. La rebaja de autoestima la confirma una voz interior que nos recrimina por el autoengaño.
El problema se soluciona al aceptarse como uno es y entonces progresar. Es una tarea personal e indelegable que consiste en adoptar los buenos hábitos.
Lo que se guarda sin sentido, las relaciones que no se activan, los afectos que no se demuestran, los odios que se mantienen; son costos de oportunidad. En términos económicos un espacio mal ocupado implica clausurar alternativas mejores.
No se trata de evitar el vacío, sino de cómo y con qué lo llenamos. Por otro lado el vacío no se llena porque el universo se encuentra desde su origen en continua expansión. Llenemos el vacío visible con ideas que generen valor. Si lo llenamos mal provocaremos la desigualdad. Son las buenas ideas – las que no ocupan espacio- las que moverán al mundo hacia un futuro mejor. Y hablando de espacio y de vacío
Mahatma Ghandi dijo: “rico no es el que más tiene sino el que menos necesita”.
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Dr Horacio Krell, CEO de Ilvem
40 años dedicados a desarrollar y expandir la inteligencia por el mundo.
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