Competir en lugar de cooperar implica el riesgo de que todos pierdan, como ocurre en las guerras. La educación con su sistema de ganadores y perdedores y familias con mensajes negativos como “no servís para nada” incentivan a sentirse fracasado, generan una autoimagen negativa que rebaja la autoestima o fomentan perfeccionistas a los que nada los satisface.
La carrera de las ratas. Ante la presión algunos cierran los ojos, fijan su energía en la meta y se olvidan de disfrutar. La aceleración instaló en su cerebro la mentalidad de bombero que corre apagando incendios. La ley 80/20 de Pareto afirma que el 20% de los factores producen el 80% de los resultados. Corriendo no se distingue lo urgente de lo importante y se queda siempre en el mismo lugar.
En la edad media Inglaterra sufrió una epidemia de peste negra que eliminó al 50% de su población. Las ratas corrían tras la basura para vivir un día más, propagando la peste. Robert Kiyosaki autor de “Padre rico, Padre pobre” lo aplicó como metáfora a quienes corren la carrera de las ratas. Viven al día, no ven el futuro, no buscan alternativas; y si ganan alguna carrera siguen comportándose como ratas.
El potencialismo. Hay quienes sólo reaccionan cuando algo le pasa, para volver luego a la rutina. El ser proactivo, en cambio, toma conciencia de su misión y planifica las acciones a su alrededor.
Eficacia es tomar decisiones correctas, eficiencia ejecutarlas bien. Cuando la eficacia y la eficiencia se unen se obtiene el poder inteligente que resulta del querer eficaz.
Para correr otra carrera surgió el potencialismo. El potencialista no se ata al dinero, maximiza sus habilidades, pasa más tiempo con su familia y se expande liberando su potencial. Se desarrolla en diversas disciplinas, busca crecer con experiencias nuevas y horarios más flexibles. Invierte su tiempo, energía y talento selectivamente. Su paradigma es cómo se hace el camino y no adónde se llega.
Elogio de la lentitud. Carl Honoré decía que Einstein no utilizó la mnemotécnica. Para aprender nuestros hijos necesitan jugar más y memorizar menos. El aprendizaje temprano y la aceleración no mejoran el rendimiento. Creer que más rápido es siempre mejor es un error. Se aprende mejor y se desarrolla la personalidad en estado de relax, aplicando una metodología intelectual y no la fuerza bruta.
Andar por la vida menos tensos y sin metas imperativas, nos hace sentir placer. El cerebro de un recién nacido es un cuarto del tamaño que tendrá, y crece según su programa genético modificado por el entorno. Las primeras áreas en madurar son las sensoriales y la de los movimientos, siguen las de orientación espacial y el lenguaje. Los lóbulos frontales que planifican, toman de decisiones y controlan las emociones, son los últimas en madurar. Hoy los chicos se enfrentan con tareas múltiples que requieren respuestas rápidas que pueden bloquear el desarrollo de las habilidades de planear, reflexionar, imaginar, predecir el efecto de sus acciones y consolidar su identidad. Valorar su maduración cerebral es la oportunidad para concentrarse en sus fortalezas y potencialidades. Conocerse a sí mismo, saber lo que realmente lo apasiona, es el 50% de cómo se logra una vida feliz.
Cómo salir. El que se satisface en sentirse fracasado o en dolor, revela una personalidad masoquista que en lugar de buscar el placer se regocija con la frustración. Para superar el miedo es conveniente ayudarlo a dar los primeros pasos, como el bebé que aprende a caminar.
Einstein definió la locura como hacer siempre lo mismo y esperar resultados diferentes. Hay personas que no pueden romper con su pasado. Para sentirse valoradas se apegan a espacios de frustración por temor a perder lo que tienen. Para salir deben tomar conciencia de que crecieron y buscar alternativas sin apelar al voluntarismo. El pasado deja su huella, pero el problema está en el porvenir. La solución es encontrar un nuevo modo de ver la realidad: sincerar el pasado, y desapegarse de él.
Debe aceptar que no está capacitado para ciertas cosas pero descubrir y reforzar habilidades, con las que podría brillar con luz propia. Una cosa es lo que es y otra lo que cree ser, o lo que los demás creen que es. Lo más importante es que sepa lo que quiere ser. Para evitar nuevos fracasos hay que aprender a cambiar, a asumir riesgos calculados, a flexibilizar las respuestas, a no creerse dueño de la verdad, a pensar antes de actuar, a innovar aprovechando los errores.
Hay personas para las que todo es oportunidad para la desdicha y otras que parecen nacidas para disfrutar ¿Cómo aprender a gozar de la vida? ¿Es el lecho en que nacimos el que causa la dicha, o es la inteligencia emocional la que produce el placer. La fuente de la dicha no proviene del mundo externo sino de transformarlo con el empowerment, con el poder interior. Bernard Shaw dijo:”el ser razonable se adapta al mundo, el ser irrazonable adapta el mundo a él. Todo el progreso depende del ser irrazonable”. No permitamos que lo hoy somos nos impida lograr lo que queremos y podemos llegar a ser.
*CEO de Ilvem, Contador Público y Licenciado en Administración de empresas (UBA). Contacto horaciokrell@ilvem.com