Si hoy resucitaran un maestro y un médico del siglo XIX el médico debería estudiar de nuevo su carrera mientras que el maestro podría seguir dando sus clases sin problemas.
Hay una sensación mundial de malestar con el atraso de la educación. El dilema es que no logra que el niño aprenda a desempeñarse en la vida. Mientras tanto la sociedad de consumo prefiere el objeto al sujeto. Países avanzados, como Finlandia, invierten en educación y los maestros son estrellas con título universitario. Tienen PRINCIPIOS con mayúscula. El niño vive la edad de los estrenos, el ejercicio pleno de la curiosidad. La sociedad que pierde sus PRINCIPIOS debe cambiar el principio de sus niños.
El cerebro del niño al nacer es una página en blanco que madura con la educación y la experiencia. Cada una de sus neuronas puede conectarse con hasta otras 200 según la estimulación que reciba.
Su estilo de vida se refleja en la corteza cerebral mediante la neuroplasticidad -la capacidad del cerebro de autoformatearse con la práctica-. El hombre moderno dispone de más conexiones que sus ancestros para mejorar sus decisiones e influir de ese modo en sus circuitos neuronales.
Desarrollo natural o dirigido: Una opción es dejar que el cerebro madure naturalmente, tal como crece la lechuga, otra es provocar la creación de los circuitos neuronales. En sus primeros años el niño crea el capital que le permitirá como hombre vivir de los intereses. Si no lo crea en la niñez no lo creará jamás.
Las claves del progreso humano son la cultura del ejemplo y la estimulación temprana.
Si un niño es criado por lobos nunca recupera lo que no pudo generar. El niño también pierde cuando ignora a su genio interior, cuando la cultura sólo le ofrece un radar para imitar la moda pero no la brújula del autoconocimiento. No hallará vientos favorables si no sabe a dónde quiere llegar.
No se trata de forzar un desarrollo artificial sino que desarrolle su esencia. Sobre el código genético no se puede influir, pero si la educación le ofrece oportunidades, la posibilidad se convierte en realidad.
Lo que no se usa se pierde: Existen circuitos con los que se nace, algunos que se pierden y otros que se crean. Al nacer la posibilidad de conexión neuronal es amplia, pero lo que hasta los 7 años no se creó ya no existirá. El niño criado entre lobos camina como un lobo, la bipedestación se logra madurando en los principios. Como dijo Gohete “lo que has heredado debes adquirirlo tu mismo para que sea tuyo”.
Por eso hay que crear y mantener sus circuitos cerebrales, sin eso cuando se haga hombre no tendrá libertad de elección. Así como no tiene sentido regar una planta que murió, no es factible aplicar estímulos sin un órgano capaz de procesarlos, ni intentar establecer conexiones fuera de tiempo.
Estimulación temprana. El niño reconoce la música en el embarazo y también puede detectar una situación estresante de su madre. Aprendió que un latido cardíaco muy rápido refleja un peligro, entonces cuando nace y percibe situaciones similares interpreta que hay un riesgo y llora.
Al nacer su cerebro está incompleto pero los órganos sensoriales ya son accesibles. Por lo tanto podemos actuar y rodear al niño de estímulos que aporten mayor cantidad de energía y sean más efectivos.
Cada idioma utiliza frecuencias distintas. Un niño argentino escucha una banda que oscila de 300 a 500 hertz. Cuando aprende a hablar inglés tiene acento español porque oye el inglés a esa frecuencia.
Lo ideal es rodear precozmente al niño de un ambiente sónico variado. En su maduración hay que brindarle estímulos que pueda asumir y que le sean útiles. Los circuitos se construyen en la primera edad, por eso es necesario que aprenda a generarlos cuando su cerebro es todavía moldeable.
Aprender a leer. La lectura es la habilidad humana primordial. El tallado del alfabeto en el cerebro le dio al hombre la posibilidad de convertirse en amo del mundo. Leer es asociar un concepto abstracto a una realidad tangible. El hemisferio derecho es analógico con lo real, el izquierdo la interpreta. Una mesa es parte de la realidad, el símbolo “mesa” es un elemento arbitrario que la representa. Los hemisferios se conectan por el cuerpo calloso, un cable de millones de fibras nerviosas. Cuando el niño pequeño aprende a leer, avanza desde lo conocido, de lo concreto a lo abstracto. Así conecta sus hemisferios.
Otros estímulos importantes son el masaje con caricias de connotación afectiva y el olfato que sigue teniendo una misión biológica importante. Por eso se asocia la inteligencia con el buen olfato.
La teoría de las inteligencias múltiples descubrió que en todo niño hay un genio interior que se debe descubrir y potenciar. La educación debe luego encauzar su desarrollo brindándole modelos para imitar inmersos en un mundo afectivo y amoroso. La mejor educación es la cultura del ejemplo y no la del “haz lo que te digo, pero no lo que yo hago”. El niño es un gran imitador. El crecimiento exponencial del saber hace que educarse no sea sólo cosa de chicos, el adulto deberá volverse cada vez más niño. La juventud no coincidirá así con una edad cronológica sino con una actitud.
Quien generó en su primera infancia el circuito de la curiosidad será joven a cualquier edad, porque el niño es el padre del hombre.
*CEO de Ilvem, Contador Público y Licenciado en Administración de empresas (UBA). Contacto horaciokrell@ilvem.com