Multitasking o multitarea es realizar en forma simultánea varias tareas. La vida moderna exige trabajar más tiempo y estar mejor informado. Desde el siglo xvii no hay sabios que dominen todo el saber de su época. Hoy tenemos especialistas que tienen el martillo de su saber y que sólo pueden ver el clavo.
Crece la brecha tecnológica. La ecuación hombre = tiempo ya no cierra y la mentalidad de bombero nos invade. La tecnología sube por el ascensor y el hombre la mira desde el descanso de la escalera.
Por todos lados hay gente preocupada chequeando al mismo tiempo su correo electrónico, navegando por internet y hablando por el celular. Así no pueden concentrarse, organizar la información y hacer su tarea. Una consecuencia cognitiva nefasta es la incapacidad para separar lo importante de lo accesorio.
Prestar atención no es un acto de disciplina, es una destreza con raíces neurobiológicas.
Dividir la atención. La interrupción genera estrés, frustración, y baja la creatividad. La “edad oscura” en que vivimos crea un pensamiento de blanco o negro, superficial y dependiente. En los últimos 30 años la información aumentó 3 veces y el cambio de pantalla llegó a 40 veces por hora. La interactividad exige al cerebro respuestas rápidas para las cuales no está preparado, ya que procesa en cadenas neuronales y no puede maniobrar con varias a la vez. En alta velocidad suele elegir la ruta equivocada.
Visualice un caballo blanco, imagine una hoja blanca de papel, concéntrese en una heladera de color blanco. Ahora responda con rapidez, ¿que bebe la vaca?
El cerebro apurado responde leche en lugar de agua. Es decir que el cerebro “hace agua” bajo presión.
Los multitaskers parecen más sensibles ante la información. Una parte del cerebro actúa como torre de control, fija prioridades y obliga a concentrarse pero cuando las partes más primitivas se cargan de datos dañan a la torre de control. El jefe ahora tiene más trabajo. Las zonas que antiguamente atendían los peligros hoy se hallan atascadas. Un e-mail puede inhibir la concentración en un proyecto mayor.
Todos tenemos reloj pero no tenemos tiempo. Estar atento a lo nuevo es una tentación irresistible. Esa mayor exposición genera dispersión, déficit de la memoria y estrés. Aunque mejora la reacción reduce las relaciones y afecta la inteligencia social. Nos hace impacientes, impulsivos, olvidadizos y narcisistas.
La tecnología permite guardar y ver después, por eso la memoria no se usa y se recargan tareas para un más adelante que quizás nunca llegue. En esta sociedad de consumo no estar en contacto produce el efecto de soledad. Frente a la PC se dialoga por Messenger, se realizan búsquedas en Google, se escriben mensajes de texto, se hacen llamadas telefónicas y, de paso, se hace que trabaja. Es un mito que podamos realizar varias actividades simultáneas y ser igualmente eficaz en todas.
El multitasker tiene poco de multitasker. Mientras más abarca menos aprieta. Sin embargo las empresas buscan multitaskers que sepan conectarse con varias fuentes a la vez. Pese a la creencia de que esto genera flexibilidad y concentración, debilita los procesos mentales. No hay forma de que el cerebro filtre lo esencial, la figura del fondo, el concepto de la imagen. Al no poder hacer foco y ante la obligación de estar en todo se termina dañando la capacidad cognitiva. Y si lo conseguimos seremos robots muy eficientes a cambio de no ser eficaces generadores de valor ¿Se ha preguntado por qué, de repente perdemos la palabra? Es porque no estamos diseñados para hacer varias cosas a la vez.
Burn out o cerebro quemado. El multitasking no existe, las personas que realizan diversas actividades al mismo tiempo lo que hacen, en realidad, es cambiar velozmente de una a otra. Además, el multitasking produce la liberación de hormonas asociadas al estrés que provoca problemas de salud, pérdida de la memoria y enfermedades mentales. El multitasking afecta el aprendizaje, de tan especializado es menos flexible para usarlo en la vida. Favorece al núcleo estriado –de los movimientos corporales- mientras que el concentrado, el del hipocampo, incrementa la permanencia del saber.
Hay un costo asociado a la forma en la que la sociedad está cambiando, no estamos construidos para trabajar de esta manera. Fuimos hechos para enfocarnos en una tarea. La facultad de domar la atención vagabunda, es la raíz misma del juicio, del carácter y de la voluntad.
Consejos para concentrarse mejor. No distraerse uno mismo. La tentación de lo nuevo es muy grande. Hay que tener un bolígrafo a mano, para poder anotar esa idea y continuar con la tarea. Saber a dónde quiere llegar y cómo. ¿Cuál es el resultado deseado? ¿Cuál es el próximo paso? Preparar la check list. El listado sistemático de las próximas acciones ayuda a enfocarse. Observar los pensamientos. Cuando se toma conciencia de que se perdió el control y de la invasión de una idea parásita, más pronto se retomará la acción. Vaciar la mente. Vaciar la mente escribiendo, basta con escribirlo para sentirse mejor. Controlar la energía. Con cansancio resulta difícil concentrarse, es mejor tomarse un descanso. Elecciones ¿Qué desea hacer? ¿A qué quiere brindar su atención? ¿Cuánta energía invertirá ? Limitar el uso de Internet. Esta solución va contra la creciente tendencia a estar online a toda hora.
La procrastinación. Vocablo que viene de pro –adelante- y crastinus -futuro o posponer-, es la acción o hábito de postergar actividades sustituyéndolas por otras más irrelevantes y agradables. Evitar la
procrastinación demanda virtudes emocionales de autorregulación y administrativas de organización del tiempo. Requiere concentrarse en la fórmula de Pareto, en el 20% que produce el 80% de los resultados. Quien aplaza una decisión, por no sentirse preparado y espera que se resuelva sin hacer nada, suele aducir que lo hará después “en cuanto tenga tiempo”. Es una conducta evasiva. Una frase de combate es: “No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”. Otra: “los ladrones de tiempo son vicios internos disfrazados”. La procrastinación es también el ladrón del deseo y el exceso de análisis produce parálisis.
La creencia de que atendiendo varias cosas se produce más no considera que así se segrega adrenalina que produce estrés, que se incrementa la lucha entre las partes del cerebro encargadas de las tareas repetitivas con las de memoria y el control y se esfuerza al cerebro para reorientarse continuamente.
Lord Chesterfield dijo: “La atención fija y permanente es la marca del genio superior, así como la prisa, el bullicio y la agitación son síntomas de una mente débil y frívola. Hay tiempo para todo en un día, si haces una cosa a la vez, pero no habrá tiempo suficiente en un año, si haces dos cosas al mismo tiempo”.
La solución es dividir las tareas y no dividir el tiempo. Así aumenta la concentración y el cambio disminuye la fatiga. El tiempo es inmodificable pero podemos mejorar lo que hacemos mientras fluye. Recordemos siempre la frase de Nietzche: “Los métodos constituyen la mayor riqueza del hombre”.
*CEO de Ilvem, Contador Público y Licenciado en Administración de empresas (UBA). Contacto horaciokrell@ilvem.com