Buenos Aires, Octubre de 2010
¿Qué lleva al hombre al autoboicot? ¿Por qué apuesta a ser víctima o goza con el sufrimiento? En algún momento de la vida cualquiera puede convertirse en "masoquista emocional".
No se entiende cómo alguien persiste en la idea de elegir aquello que lo daña, no renuncia a lo que lo hiere o insiste en exponerse al dolor.
La persona apunta a lo que no favorece su bienestar sino a un deseo inconsciente. Es una lucha silenciosa entre el bien y el mal que se libra, en el interior de la psiquis, son batallas de diferente intensidad y frecuencia. Una fuerza positiva impulsa a la autonomía y al desarrollo, otra negativa impide el crecimiento y la evolución.
Estas personas perpetúan su mala racha, se vuelven descreídos o esclavos de la resignación. Aceptan la cadena de fracasos como su estilo de vida. Creen que todo depende de la cultura, la educación, del gobierno. Siempre hay una excusa y un culpable.
Por un lado está lo que heredamos como genes o memes culturales o familiares y por el otro la decisión de elegir entre una liberta negativa como posibilidad o libertad “de” y por el otro la libertad positiva que se ejerce en busca de satisfacer el deseo genuino, la libertad “para”.
Puede ser cómodo asumir una vida sacrificada y aceptar el destino en lugar de asumir riesgos y ser, cómo propuso Amado Nervo, los arquitectos de nuestro propio destino.
En ese caso los mandatos culturales o familiares traban al deseo genuino. Vivir para sufrir impide que se manifieste el empowement, el poder interior.
Estas persona se victimizan, no reconocen sus logros, son dependientes, rechaza toda ayuda para cambiar y parecen disfrutar con el dolor aunque muestren una cara triste o inexpresiva, eviten confrontar la mirada, estén apáticos o enojados.
El masoquismo es la búsqueda del sufrimiento y la decadencia pero no es imprescindible tener un trastorno determinado para promover la autodestrucción. A veces se produce por exigencias desmedidas o por la culpa de no poder adaptarse a las exigencias del mundo moderno y se condenan al fracaso o a la insatisfacción generalizada o permanente.
El autoboicot no es privativo de las personas. Hay países e instituciones que quedan presos de sus propias redes de exigencia o negatividad que les impide la libertad, la expansión, el desarrollo y el crecimiento espiritual e intelectual.
Amigos o enemigos a sueldo:
Una noche tormentosa hace muchos años, un hombre de edad avanzada y su esposa entraron a un pequeño hotel en Filadelfia buscando alojamiento.
El conserje, un hombre atento con una cálida sonrisa les dijo:
- Hay tres convenciones simultáneas en Filadelfia y las plazas disponibles en la ciudad están agotadas.
El matrimonio se angustió pues era difícil que a esa hora y con ese tiempo horroroso fuesen a conseguir dónde pasar la noche.
- Señores, no puedo enviarlos afuera con esta lluvia. Si ustedes aceptan la incomodidad, puedo ofrecerles mi propia habitación. Yo me arreglaré en la oficina.
El matrimonio aceptó la oferta de buena gana. A la mañana siguiente al pagar la factura, el huésped le dijo al conserje:
- Usted sería el tipo de gerente que yo tendría en mi propio hotel. Quizás algún día construya un hotel para devolverle el favor que nos ha hecho.
El conserje tomó la frase como un cumplido y se despidieron amistosamente.
Pasaron algunos años y el conserje recibió una carta de aquel hombre, donde le recordaba la anécdota y le enviaba un pasaje ida y vuelta a New York.
El conserje concurrió a la cita en la esquina de la Quinta avenida y la calle 34 y luego de mostrarle las instalaciones el anfitrión le dijo:
- Este es el Hotel que he construido para usted.
Y así fue como William Waldorf Astor construyó el Waldorf Astoria y contrató a su primer gerente de nombre George C. Boldt (el conserje en la noche lluviosa). Obviamente él nunca hubiera podido imaginar que su vida cambiaría para siempre cuando buscó complacer a su cliente en aquella noche tormentosa.
Este caso demuestra que las personas que se boicotean a sí mismas también perjudican a sus familiares y empresas ¿Qué pasa cuando no nos damos cuenta que el enemigo está adentro?
No conocer la causa de los problemas es la causa de que se perpetúen y que no se resuelvan. Hay que tomar conciencia de los mecanismos que despiertan la autodestrucción y la consabida recompensa que esto provoca. Qué están haciendo ellos para que la vida sea tan injusta.
Por su visión negativa, tratan a menudo de frustrar el cambio. Quien vive haciendo que todo le vaya mal no es proclive al descubrir un goce saludable, pero si se trata de una pulsión inconsciente no hay elección, se trata de un acto compulsivo.
Para reeducar su cerebro hay que mostrarle cómo ejerce el arte del autoboicot haciéndolo consciente, explicitando sus creencias y carencias emocionales. Así pueden experimentar en el entrenamiento para el cambio cómo ellos perjudican tan expertamente el éxito.
Experimentar cómo se vive, cuán saludable y constructiva es su relación con los demás; cuál es el sentimiento respecto a todo en general, puede echar luz acerca de la propia existencia y soportar lo que las respuestas dejen en evidencia.
ESTRATEGIAS PARA EL CAMBIO
En busca de una mejor calidad de vida, podría pensarse en:
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Reconocer los beneficios del pensamiento positivo. La persona que manifiesta abiertamente sus pensamientos y deseos y defiende sus legítimos derechos, inicia el camino para realizarlos.
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Reemplazar palabras del diccionario cotidiano. Quitar del vocabulario personal expresiones tales como: siempre, nunca, todo, nada, la realidad tiene matices. El pensamiento creativo se incentiva con la palabra y con la imagen. “Por qué” orienta a lo racional, a buscar la causa y al pasado. “Cómo” lleva a la acción, a la imaginación y al futuro. “Fracaso” es una declaración de culpa, “error” induce a un nuevo intento, remite a aprender. Edison erró 999 veces pero inventó la lámpara eléctrica en el experimento 1000. “Problema” tiene una connotación estática, “objetivo moviliza hacia el logro”. Hay un “no” paralizante y otro que descarta lo que no corresponde al objetivo. El “Sí” estimula a experimentar, si las cosas no salen hay que variar el cómo. Einstein dijo que “el que hace lo mismo obtiene el mismo resultado”. Al variar la conducta cambian la visión y la creencia. Hay creencias sanas y enfermas. Para Ford “siempre tenemos razón, cuando pensamos que nos irá bien o que nos irá mal”.
Funcionar en piloto automático. Hay hábitos que conducen al cerebro al error. Responda este test: ¿de qué color es la nieve? ¿de qué color es la heladera? ¿de qué color es el lavarropa? ¿qué bebe la vaca?. ..................
Respuesta incorrecta: leche, la vaca bebe agua.
Las palabras no son inocentes, movilizan estructuras preexistentes que traban la voluntad, guiones que cuando la información no concuerda con ellos, ignoran hechos objetivos que saltan a la vista.
Si te dicen “no pienses en un elefante”, harás lo contrario ya que es necesario imaginarlo primero para luego comprender. El “no” produce el efecto contrario, así “no fumes” genera el deseo de fumar. Lo ideal es expresar la intención en positivo: “Quiero respirar aire puro”. Este mensaje envía una señal precisa al cerebro.
Para motivar un cambio hay que ordenar la exposición conociendo los pasos mentales y el criterio de decisión. Las conductas dejan huellas digitales. Al descubrir cómo se piensa y qué se valoriza, se pueden ordenar los argumentos. El hábito de pensar por patrones adapta la realidad a la creencia. Este automatismo es muy explotado por los políticos.
El demonio de la perversidad. Es la tendencia a hacer el mal, son impulsos autodestructivos que obligan a hacer cosas por el mismo motivo que no deberían hacerse. La combatividad tiene por esencia la autodefensa, concierne al bienestar. Pero la perversidad genera lo contrario.
En un cuento de Poe el personaje asesina a un hombre. Usó una vela con emanaciones tóxicas. No quedan pruebas y se atribuye a causa natural. Un día dice que seguirá a salvo a menos que sea tan estúpido que confiese. Se obsesiona y asaltado por el demonio de la perversidad, pierde la cabeza, corre por las calles y confiesa el crimen. Rápidamente es encarcelado y condenado a muerte.
Perpetramos acciones porque sentimos que no debemos hacerlas. No hay inteligencia, es como una instigación del demonio. El peligro es que cuando llegan a la mente crece la posibilidad de que esta las ejecute en piloto automático. La voluntad consciente es dominada por la pulsión.
El riesgo de hacer algo que no queremos aumenta en situaciones de estrés "Hay cierto alivio en que pase lo peor, para dejar de preocuparnos.
Instinto De Muerte: Para Freud, el instinto de muerte es una tendencia innata a la destrucción que compite con el instinto de vida. Impulsos que alteran la conducta con actos fallidos o lapsus linguales Se gasta tanta energía en reprimir como en actuar, por ejemplo, evitando pensamientos asociados a la muerte o a la enfermedad. Se producen más errores al evitar algo, porque se hace más presente. Al imaginar primero, aparece el impulso y el cerebro le da rienda suelta a la pulsión. El pensamiento negativo se repite, sobre todo bajo presión. Concentrarse demasiado en no errar lleva a equivocarse. No podríamos entrenarnos para hacerlo peor.
Cerebros distintos. Es posible educar al cerebro para que desafíe los pensamientos destructivos y los caminos trillados, un cerebro que sepa generar mejores alternativas. El pensamiento lateral no consiste en hacerlo mejor, sino de otro modo. Elude la cárcel de las ideas dominantes, patrones de un pensamiento vertical que marcan el recorrido.
Una vez generada la idea nos parece increíble no haberla pensado antes, pues ahora el camino es muy simple. El pensamiento lateral no sigue patrones lógicos, avanza sobre nuevos territorios saltando por encima del círculo de comodidad y aceptando desafíos.
“No pienses en un elefante” es la metáfora de la presión que ejercen los enemigos del cerebro. Necesitamos inventar cerebros creativos, desarrollar a esos gigantes dormidos que sólo funcionan al 10% de su capacidad. El verdadero sentido de educar es desarrollar el potencial que traemos desde la cuna e incluso desde antes de nacer.
Deseando que tengan una buena semana me despido de ustedes hasta el próximo boletín.
Dr Horacio Krell, CEO de Ilvem
40 años dedicados a desarrollar y expandir la inteligencia por el mundo.
Consultas a horaciokrell@ilvem.com.
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