Buenos Aires, Noviembre de 2010
Se ha puesto de moda hacer un culto de la gestión. La gestión considerada como un fin en sí misma afirma que todo es cuestión de saber administrar con criterio y sentido común.
¿Pero qué pasa si se gestionan con correctamente decisiones erróneas? Sería como apuntar hacia el iceberg el Titanic.
El pragmático propone el fin de las ideas, deambula entre ellas sin fijar posición y sostiene de este modo su vacío intelectual.
El cómo importa pero no define el éxito, es tan solo un discurso. Un problema se resuelve con la buena lectura de sus causas y de su posible corrección. Si el diagnóstico falla no habrá demostración que lo enderece.
La gestión no aporta soluciones, implementa decisiones. No pregunta, avanza y si se equivoca se las ingenia para buscar responsables.
Presenta variantes de estilo, ordenadas, elegantes y amigables. Dirán que antes no funcionaron por tácticas inadecuadas o circunstancias desfavorables, pero esquivarán el debate porque la pondría en un brete. Sin debate somos prisioneros del cómo sin debatir el qué y no resolveremos los problemas aunque los números digan lo contrario.
Una forma de gestionar sin debatir es manipular las estadísticas para sostener una mentira. La táctica es meter los casos extremos y los comunes en la misma bolsa. Así aparece la noticia de que en una ciudad se come un pollo por persona pero sin aclarar que algunas comen dos y otras, ninguno.
No es un buen criterio explicar los hechos por la costumbre arraigada de verlos juntos, por ciertas conexiones casuales o por creencias arraigadas. Porque el que cree no piensa, el que asocia recuerda y quien se habitúa a algo crea en su cerebro un reflejo condicionado.
No conocer la causa de los problemas es la causa principal. Pensar es resolver problemas donde la memoria es un capital que puede convertirse en obstáculo cuando sólo aporta las viejas soluciones.
El razonamiento deductivo es el que concluye desde premisas y el inductivo generaliza desde hechos comunes. El único tipo de razonamiento que genera ideas es el abductivo, que es el que genera las hipótesis.
El juego mental integra los hechos ocurridos, los signos que los representan y las ideas que surgen del intercambio. El hemisferio de la razón domina durante el día y a la noche el derecho aporta las ideas. Einstein lo dijo: la imaginación importa más que el conocimiento, nunca descubrí algo nuevo con mi mente racional.
No es cuestión de criticar a las estadísticas como ciencia sino de darse cuenta cuando se las usa con mala intención. Veamos el caso de 3 personas: una come 2 pollos, otra come 1 y la tercera 0. Quien utiliza las estadísticas para mentir divide 3 pollos por 3 personas. Eso le da 1 pollo por persona.
Usar términos con prestigio como ciencias exactas, el exceso de matemáticas ante quienes no pueden interpretarlas y el uso tendencioso de las estadísticas, produce efectos devastadores.
La crisis mundial provocada por el Tsunami financiero de 2009 fue facilitada con instrumentos matemáticos precisos que nadie entendía y que estaban alejados de la realidad.
No existen hechos sino interpretaciones, dijo Nietzche, por lo tanto no existen ciencias exactas ya que la verdad es compleja y el conocimiento es una antorcha que nos aproxima a ella pero que cambia con los tiempos. Tal como afirmó Freud la herejía de una época es la ortodoxia de la otra.
Pensar es relacionar los hechos que ocurren, los signos que los representan y las ideas que surgen del intercambio. Para acercarse a la verdad hay que usar los dos hemisferios cerebrales y los tres tipos de razonamiento: deducción, inducción y abducción.
El que no cree en la razón que pruebe con la ignorancia.
Los espero en el próximo boletín.
Dr Horacio Krell, CEO de Ilvem
40 años dedicados a desarrollar y expandir la inteligencia por el mundo.
Consultas a horaciokrell@ilvem.com.
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