Tener éxito es uno de los paradigmas de la sociedad contemporánea donde casi todo tiene precio y poco o nada tiene valor. ¿Cómo se mide?: si tener éxito es un factor externo o de mercado, el que lo busca deberá adaptarse a la moda. Quien así actúe será como un camaleón cambiando de colores según la ocasión y reaccionando rápidamente ante los cambios. Desde esta perspectiva, será un hombre práctico, pero algún día se preguntará si lo que hizo en la vida responde a su ideal. Otra manera de indagar sobre el éxito es interrogarse sobre la felicidad. Si sufro: ¿dónde está mi error?, ¿en qué me estoy equivocando? Por el contrario, si soy feliz encuentro una verdad diferente: la realidad es mi fuente de satisfacción. ¿Qué es la realidad?: una cosa es lo que ocurre y otra cómo lo percibo. El error es aferrarse a una percepción negativa. La felicidad implica decir “sí” a lo que la vida me ofrece. Decir “no” puede significar no querer ver. Al decir “sí” a lo que es, puedo sacar partido de la situación, como un puente hacia la felicidad. Una palabra clave en términos de economía psíquica es “inmediatamente” ya que evita que el sufrimiento o el malestar se instalen indefinidamente en la mente. Decir “sí” a lo que soy, es evitar edificar mi vida sobre una mentira. Así como el pez es el último en darse cuenta que el agua existe porque es su medio natural, imitar o tener mentalidad de rebaño; impide conocerse. El éxito comienza por descubrirse a sí mismo encontrando al genio y al deseo que habitan en nuestro ser. El siguiente paso es hacer del defecto una virtud. El hombre es un animal de costumbres, por eso debe examinar continuamente sus ciclos viciosos e intentar alejarse de ellos, saltando e iniciando círculos virtuosos. Para ello, deberá lograr una visión sistémica donde la inteligencia emocional, la racional y la digital se armonicen en sinergia positiva apuntando a la vocación descubierta y formulada estratégicamente. Este enfoque ve a la realidad como una riqueza, accesible tan solo para quien la sepa observar. Esa mirada creativa es el tesoro, la nueva moneda del futuro. Para el que la domina, en un instante todo puede cambiar. Pero requiere desarrollar dos instrumentos básicos: el pensamiento positivo y la autoestima. Para lograrlo, no basta con la fuerza de la voluntad, la motivación o el interés porque el obstáculo se presenta a menudo como una atracción fatal. Es necesario conjugar estos factores con el autoconocimiento y con la metodología intelectual. Los métodos son la mayor riqueza del hombre, porque simplifican el contacto pleno con la realidad. Al dominarlos, en lugar de usar la fuerza bruta se aplica la ecológica palanca de Arquímedes, que se sostiene en la calidad. Al levantar las barreras que traban el potencial creativo, todos los días son “presentes”, y con el desarrollo de la capacidad interior, se materializa el feliz encuentro de uno mismo con la oportunidad. El éxito así reformulado es alcanzar la felicidad, la que difiere en cada ser, que tiene su genio, su deseo y el método. Pero el éxito tiene compañeros de ruta. Continuar en la senda del egoísmo mal entendido lleva al absurdo: los ricos no podrán disfrutar de su fortuna en un mundo de pobres. Por el contrario, cuando la riqueza se cree y se comparta, el rico será más rico, porque en el teorema gana-gana no hay límites. Habrá abundancia para todos con la condición de cambiar el mercantilismo por la solidaridad y por la cooperación. Se trata de dar para recibir, se cosecha lo que se siembra. Como dijo Tocqueville: “Las sociedades deben ser juzgadas por su capacidad para hacer que la gente sea feliz" * El Doctor Horacio Krell autor de esta nota dirige ILVEM institución dedicada al desarrollo de los recursos intelectuales, responde consultas en horaciokrell@ilvem.com.ar. |