No hay una segunda oportunidad para brindar la primera impresión. El lenguaje del cuerpo es el gesto. Al dominarlo se le aporta un valor agregado a la expresión y se desarrolla la capacidad entender e influir en los demás. No existen normas rígidas; una mirada esquiva puede delatar una mentira o simplemente que la persona es tímida. Leer el lenguaje del cuerpo implica el interés por interpretarlo. El primer aspecto es clarificar si un movimiento es conciente o inconsciente, hay factores que no se pueden controlar como el sudor o ponerse colorado. El segundo es no atender sólo al hard sino al soft de la mirada, al tono de la voz, la piel, el olor, la ropa , el entorno. El buen observador ve detalles que nadie ve y que se ocultan detrás de las palabras. Una persona honesta contesta en seguida, habla en primera persona y no se incomoda con los silencios. Los que mienten gesticulan o se reprimen para no ser descubiertos. El mentiroso sobreactúa, mira fijo o ríe en exceso como ciertos vendedores y los ventrílocuos. Las posturas tensas o tocarse la cara pueden ser señales de ansiedad. Complementar la observación de los detalles con preguntas obliga a dar respuestas y gestos aclaratorios. Indagar sobre los secretos del encuentro cara a cara aumentan su atractivo. Un pionero del lenguaje del cuerpo fue Charles Chaplin junto a otros artistas del cine mudo. En un mensaje el impacto verbal incide sólo en un 7%, el tono y los matices en un 38 % ; mientras que el 55 % es no verbal; “para lanzar una mirada que mata no hace falta abrir la boca". El homo sapiens es un primate sin pelos que aprendió a caminar en dos patas y gracias al alfabeto tuvo un cerebro inteligente. Puesto de pie perdió las señales intuitivas, aunque la mujer superó al varón aprendiendo mucho del lenguaje del cuerpo mediante gestos en la crianza de los hijos. Hay movimientos que son innatos como la succión, pero en ciertas posturas cómo cruzarse de piernas, ponerse el saco, etc. ¿qué es innato y que adquirido?. Hay gestos combinados como encogerse de hombros, abrir las palmas y levantar las cejas para mostrar sorpresa. Hay matices: el anillo hecho con los dedos, levantar o bajar el pulgar, hacer dedo, etc. Lo importante para entender el lenguaje del cuerpo es mirar el conjunto y no al gesto aislado, porque éste es como la palabra y lo que hay que leer es la frase tal como enseñamos en el curso de lectura veloz. Así, para decir “no estoy de acuerdo”, la imagen común es la mano en la cara, el pulgar sosteniendo la barbilla, el índice en la mejilla, otro dedo tapa la boca, el brazo o piernas cruzadas señalan defensa y la cabeza hacia abajo la hostilidad. El truco es analizar las expresiones verbales y no verbales como señales de congruencia o de incongruencia. No se puede obviar el contexto: si hace frío el cruce de brazos no es rechazo, si alguien da la mano demasiado floja puede tratarse de un cirujano que la cuida. Otras veces el gesto se adopta para mentir: taparse la boca en el niño, tocarse la nariz es la elaboración que hace el adulto. El político carismático puede mentir pero su cuerpo dice otra cosa, lo delata el inconsciente. Es el principio del detector de mentiras, el cerebro al recibir un doble discurso lo pone en evidencia. El que sabe mentir hace que la gente se trague la carnada con el anzuelo puesto. Las técnicas actorales asocian el habla con gestos sinceros o para eliminar los negativos. Como el que miente se traiciona, la mejor manera de fingir es por teléfono. Por eso al acusado se lo interroga en una silla y a plena luz. El lenguaje del cuerpo habla, al dominar sus señales nos remontamos a los orígenes de la vida, a los límites estrechos que separan el reino humano del animal. La historia, la sociedad y la razón están encarnadas. Y para que el cuerpo no sea un aparato, hay que estudiarlo en sintonía con su aliada estratégica: la mente, aislados son frágiles pero unidos se constituyen en las armas más poderosas del hombre. Por eso para optimizar las capacidades es importante comenzar por ... "tener un gesto". El autor, Dr. Horacio Krell, dirige a ILVEM. Consultas a horaciokrell@ilvem.com.ar. |