La Buena suerte

                                   EL ARTE DE LA MOTIVACIÓN * por Horacio Krell

 


 

LA BUENA SUERTE

¿La buena suerte es tan casual como parece?: no, la buena suerte es una construcción que parte de saber cómo generar el azar. Mientras que serendipidad es la capacidad de realizar descubrimientos de manera accidental, según Pasteur el azar favorece sólo a las mentes preparadas. Esto diferencia al azar como oportunidad, de la buena suerte como la respuesta  adecuada. Es decir que en la buena suerte hay dos factores claves: generar el azar primero y saber aprovecharlo después.

El mejor ejemplo de transformación del azar en buena suerte fue la manzana que cayó en la cabeza de Newton. A muchas personas les habían caído  manzanas en la cabeza a lo largo de la historia, pero  Newton  transformó la situación en buena suerte: su respuesta proactiva fue descubrir la ley de gravedad.

El cuento “Los tres príncipes de Serendip”, muestra como el rey Serendipo educaba a sus hijos. Los príncipes debían viajar y solucionar problemas como aprendizaje para saber gobernar. Pero al intentarlo encontraban respuestas a problemas de mayor envergadura que ni siquiera se habían planteado. 

Los príncipes descubrían cosas sin querer. Navegaban sobre las olas del destino dejando que el azar ordenara sus vidas. Serendipidad  o buena fortuna alude a los hallazgos por azar.  El éxito no es casual y el sentido común no es tan común como parece. La buena suerte depende de también de la educación.

Ante una educación de tipo enciclopedista proponemos otra que nos prepare para viajar por la vida y que nos enseñe a provocar el azar y la buena suerte. Deberíamos partir de la  “Estación oportunidad” y preguntarnos ¿a dónde queremos ir?, pero relajados y disfrutando del viaje para que la felicidad no sea tan solo el feliz arribo sino también la manera de viajar. Y como su vida es “su viaje” descubra cómo transitar. Puede circular sin descubrir nada o hacer de cada instante una oportunidad.

Para lograrlo retome la mentalidad que tenía cuando era niño, cuando la curiosidad era su alimento. Cuando creció, parte de la curiosidad se convirtió en  rutina.

Hay que aprender a navegar. Newton  dijo: “Yo no soy un genio, estoy parado sobre las espaldas de gigantes”. ¿Qué quiso decir? Que la vida es muy corta para aprender de primera mano y con el cuerpo. Hay que aprovechar a los que  viajaron antes. Como dijo Goethe lo que se hereda hay que adquirirlo para que sea propio. Nuevamente recalcamos que la buena suerte es una construcción.

Lo primero que deberá concretar es un viaje hacia atrás en el túnel del tiempo, hasta que encuentre al niño que lleva adentro. Y al encontrarlo comprenderá  porque “el niño es el padre del hombre”. ¿Está usted preparado para viajar?

Abundan los casos de cómo se logra la buena suerte. Uno de los primeros en la historia ocurrió cuando Hierón de Siracusa pidió a Arquímedes que determinara si la corona que le habían entregado era de oro, tal como había encomendado. Como el peso de la corona era idéntico al del oro entregado por Hierón no podía comprobar lo que suponía era una estafa. Un día, Arquímedes descansaba en la bañera. Al sumergirse en el agua, ésta desbordó y  despertó  gritando: “Eureka” (lo encontré). Había deducido que podría comprobar la constitución de la corona mediante un experimento e hizo construir una corona de oro y otra de plata, de igual peso pero de diferente volumen y detectó que la primera hacía desbordar menos agua. Las comparó luego con la corona del rey y pudo comprobar el fraude.

Alfred Wegener, simplemente observando  un mapa, se dio cuenta de que las costas de África y Sudamérica se parecían y dedujo que  ambos continentes habían estado juntos hace millones de años.

En 1978 midiendo las características orbitales de Plutón. James Chisty colocó una placa fotográfica  de Plutón en un explorador. Advirtió una  protuberancia, y decidió descartar la foto. La máquina comenzó a funcionar mal y recurrió a un técnico. Christy aprovechó para ver la foto y  mirar otras en los archivos. Encontró archivos que mostraban al mismo bulto. Sus estudios posteriores mostraron que era  una luna de Plutón a la que llamó Caronte.

El descubrimiento del ADN  es otro ejemplo de la buena suerte. En 1962, el biólogo James Watson, el físico Francis Crick y  Maurice Wilkins descubrieron la estructura de la molécula llamada "el secreto de la vida". Su descubrimiento se debió a un químico quien se dio cuenta que los pares de las bases nitrogenadas no son de iguales a iguales como hasta entonces se pensaba.

Hasta la naturaleza genera buena suerte: las especies evolucionan en lapsos de tiempo estables en algunos casos y en otros luego de grandes variaciones. Esos cambios se producen al azar.

No sólo los grandes descubrimientos sino también pequeñas contribuciones tecnológicas tienen su origen en saber generar la buena suerte. Bette Nesmith, volcó pintura blanca en un frasco de esmalte para uñas e inventó el corrector líquido para errores al tipear, el liquid paper. Bich, cansado de lapiceras que manchan, creó el bolígrafo bic, aplicando el invento de un bohemio.

Ellos se  animaron  a  arriesgar. Para descubrir  oportunidades, debemos prepararnos. Hay que aprovechar que existe  más dinero en el mundo que talento para hacerlo prosperar. Dicen que los  inventos y algunas mujeres causan la  ruina del hombre, pero el  inventor que triunfa, es el que tiene el deseo imparable de hacer que las cosas ocurran.

En el interior de cada hombre, hay un gigante dormido. Desde el utensillo más simple hasta el avión moderno, nacieron en la mente del hombre. Pero la mente es por naturaleza vagabunda. Por eso, si usted aprende  a dominarla, hará de su vida su propia construcción. La  innovación no es casual, la preparación y el esfuerzo son necesarios, sumados a la creatividad. Hoy  los investigadores están cambiando creatividad por utilitarismo.

El azar no es nada sin  el conocimiento y el conocimiento es no es fértil cuando no existe creatividad. Csikszentmihalyi distinguió en los creadores de la buena suerte dos rasgos opuestos pero complementarios: una gran curiosidad y apertura por un lado, y una perseverancia obsesiva por el otro.

Cuando el espíritu se hace idea, la idea proyecto y el proyecto logro, es el momento en el cual podemos estar seguros de que  el poder de lograr la buena suerte habita en nosotros.

* Dr. Horacio Krell, Director Fundador de ILVEM. Consultas a horaciokrell@ilvem.com.

 

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