EL VALOR DE LAS PEQUEÑAS IDEAS
¿Cuál es el valor de las pequeñas ideas?. El valor de las pequeñas ideas puede ser muy grande.
Cuando la manzana que luego se haría famosa, cayó sobre la cabeza de Newton, él aprovechó la oportunidad para crear la Ley de la Gravedad. Antes, millones durante millones de años la vieron caer sin saber observar.
La inteligencia es la capacidad del hombre para resolver problemas. Por lo tanto, implica tres etapas: 1) comprender la situación 2) inventar la solución y 3) actuar en consecuencia.
El problema es el motor ya que sin él no hay pensamiento, que es el instrumento de su resolución. Nadie puede ser obligado a pensar, ya que plantearse una situación como problema exige: aceptarlo como tal, que esté al alcance intelectual y que se desee hacer algo para solucionarlo.
La gimnasia mental acentúa el valor de las pequeñas ideas, rompe con la rutina y estimula el pensamiento. Al igual que el chiste, el acertijo ilumina la mente pero tiene como ventaja adicional que genera el espacio creativo entre el momento del planteo hasta el instante en que aparece la idea que genera la solución.
El hombre es un animal de costumbres. Por lo tanto, adquirir el hábito de inventar o descubrir aquello que los demás no pueden ver, de sostener deseos en lugar de reaccionar solamente ante lo que le pasa, le provocan un intenso movimiento interior y entonces la vida comienza a cambiar.
El problema es la madre del invento y se puede asociar el valor de las pequeñas las ideas como juegos con el conectados con el gran juego de la vida. El valor pequeñas ideas es que transformaron al mundo y que su eficacia proviene de que no afectan ideologías y eso las hace más viables.
Examinemos algunos ejemplos de la historia.
La fórmula de guardar los fósforos en una cajita y su posterior automatización les dio a los suecos un monopolio en esa industria. La hoja de afeitar de Gillette surgió mientras se afeitaba con la premisa de “inventar un producto que obligara a los hombres a comprarlo durante toda la vida”. Einstein descubrió la teoría de la relatividad “imaginando que viajaba en la punta de un rayo de luz”. Los medios de difusión surgieron de la combinación del linotipo de Mergenthaler que hizo posible el periódico de impresión rápida y en escala con la publicidad en los mismos generada entre otros por Pulitzer que le permitió distribuir noticias y obtener al mismo tiempo ganancias. Finsen observando al gato que se movía hacia el sol en el tejado se convirtió en poco tiempo en precursor de la lámpara de rayos ultravioletas. Schaffer descubrió el papel investigando como las avispas lo obtenían de los árboles y revolucionó al hasta entonces precario método para obtenerlo de los trapos viejos. Wartemann inventó la pluma estilográfica después de perder un negocio por la tinta derramada. Edison mejoró la idea iluminar un hilo muy fino y después de mil fracasos llegó a la lámpara eléctrica. Comparar los enormes huesos del oído con relación a la delicada membrana que los operaba llevó a Bell a concebir otra que pudiera hacer lo propio con el acero y el teléfono fue concebido. El planeta Neptuno se descubrió suponiendo su existencia a través de observar las perturbaciones en el movimiento del planeta Urano. Lilienthal inventó el planeador por comparación con el tipo de alas de las aves .
Como vemos el valor de las pequeñas ideas fue más revolucionario que muchas doctrinas filosóficas y cambiaron al mundo.
Al aprender a observar la realidad o navegar por la mente buscando oportunidades, se combinan los tres universos de la experiencia: los hechos que ocurrieron, los signos que los grabaron en la mente y las ideas que brotan en su interacción con los deseos y las necesidades.
ILVEM promuve el valor de las pequeñas ideas con una Fábrica de ideas que posee un tanque receptor que las registra y clasifica, un embudo selector que las elige por su valor, originalidad y viabilidad y para convertirlas en proyectos que finalizan en logros. “Los goles son amores y no buenas razones”.
El propósito es el retorno a la creatividad perdida desde que la revolución industrial redujo al hombre a apéndice de la máquina o de la maquinaria del poder.
Recuperar el sentido olvidado de esta palabra es nuestro compromiso con una filosofía que privilegia al hombre como creador, concebido por Dios a su imagen y semejanza y por lo tanto como constructor de su futuro. Para eso rescatamos el valor de las pequeñas ideas, enseñando cómo generarlas mirando a nuestro alrededor.
* El Doctor Horacio Krell es Licenciado en Administración de empresas y Contador Público. Es el director-fundador de ILVEM, orientada a desarrollar los recursos intelectuales y la informática aplicada. Consultas a horaciokrell@ilvem.com.
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