CONSEGUIR LO QUE SE BUSCA
Para conseguir lo que se busca hay que tener claro el objetivo
Cada persona posee una preferencia o tipo dominante. El error es dejar de ser auténticos para acomodarse a la realidad. Utilizar una brújula interior para elegir su preferencia es más efectivo para conseguir lo que se busca que dominar una competencia.
La educación formal, al tratar a todos por igual y enseñar contenidos uniformes alejados de las preferencias individuales, pierde la oportunidad de desarrollar el genio que todos llevamos dentro.
Conseguir lo que se busca con el otro. Investigar necesita conectarse con otras personas para conseguir lo que se busca. Para trabajar en equipo, se debe identificar al inventor que aporta las ideas, al innovador que las lleva a la práctica, al estabilizador que genera la rutina y al armonizador que conecta al grupo con el mercado. Esto muestra cómo las preferencias pueden complementarse. La energía espiritual de lo que se anhela, se transforma en materia cuando se la hace circular por el carril creativo del cerebro, el hemisferio derecho, que un generador de ideas. Luego, el hemisferio izquierdo se encargará de organizarlas en proyectos y convertirlas en resultados.
Conseguir lo que se busca requiere un plan. La planificación es el vehículo que transporta los sueños a la realidad. Para alcanzar una meta importante se necesita un plan. Este criterio, generalmente aceptado, se contradice en la práctica. Así, quien no podría admitir la existencia de un edificio construido "a ojo", en su vida personal es capaz de dejar todo librado al azar. Como planificar no es un don que se lleve en la sangre, hay que tomar conciencia de su importancia. Muchas veces, las personas confunden propósitos abstractos con visiones concretas. Explorar el espacio es un propósito y llegar a la luna es una visión que le da un soporte material a ese objetivo. Como el camino al infierno está plagado de buenas intenciones, es mejor proponerse metas que sean viables y atractivas. Para seleccionarlas, hay que viajar al mundo interior buscando talentos, cualidades, ideas, gustos, proyectos dormidos u olvidados y transformarlos en metas magnéticas, es decir, que nos atrapen, para poder grabarlas en la mente.
Conseguir lo que se busca requiere un método. Existe una fórmula para aprender a planificar estratégicamente: es la metodología intelectual. Parte desde el propósito, selecciona las metas y confecciona los planes que las materializan. Eso implica la coexistencia de varios programas coordinados que apunten en la misma dirección. Los enemigos de los proyectos son: el olvido, la postergación, los planes ineptos y la falta de capacitación. Para seguir a la deriva no hace falta un plan.
Repasemos los fundamentos: a) no hay buen puerto para quien no sabe a dónde quiere ir y b) a quien le parece bien cualquier momento, cualquier momento nunca llegará.
Entonces no es cuestión de registrar prioridades en la agenda, sino de ordenar la agenda en función de las prioridades. Como el día tiene 24 horas, hay que aprender a usar el tiempo. El buen plan es una hoja de ruta que se pregunta acerca del qué, para qué, por qué, dónde, cuándo, con quién, con qué recursos, cómo, y, a partir de las respuestas, hace el inventario de lo que falta para conseguir lo que se busca.
Un cambio eficaz no puede detenerse en explicar por qué no se puede, debe orientar para obtener resultados. Se trata de descubrir lo que uno quiere y cómo alcanzarlo. La "creactividad" une el crear con el hacer y la iniciativa. Los recursos son el optimismo y el compromiso y preguntarse, siempre, una y otra vez, cómo se puede cambiar, cómo se podría hacer mejor.
* El Doctor Horacio Krell dirige ILVEM institución dedicada al desarrollo de la inteligencia, responde consultas en horaciokrell@ilvem.com.
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