El fin de la infancia

                                   EL ARTE DE LA MOTIVACIÓN * por Horacio Krell

 


 

EL FIN DE LA INFANCIA

El fin de la infancia comienza en la escuela. El niño aprende de maravillas hasta  que ingresa a la escuela. Allí, en pos de la llamada socialización, se lo sumerge en la uniformidad. Mientras que antes aprendía del contexto, una vez en el colegio, comenzará a aprender del texto. Si hasta entonces había construido su saber mediante el juego, ahora se deberá adaptar a la disciplina y a la rutina. Se le enseñará a evitar el error en lugar de a valorizarlo como la materia prima esencial del aprendizaje. La burocracia le impedirá desarrollar su talento, alineada con la apatía, el conformismo y el dinero, dioses de la sociedad de consumo, ídolos modernos que los hombres adoran.

Las ideas más antiguas que le sirvieron de soporte filosófico a la educación fueron: 

  • “La fantasía de Locke” que olvida el conocimiento innato y sostiene que la mente es una tabla rasa que recibe todo del medio. 

  • “El noble salvaje” de Rousesau  invierte la propuesta y afirma que el hombre nace bueno y la sociedad lo corrompe. 

  • “El fantasma” de la máquina de Turing donde un agente oculto en el cerebro lo gobierna. 

Aunque la fantasía moderna atribuye bases genéticas al comportamiento humano, Steven Pinker 2002, existen instrumentos y metodologías para perfeccionar el desarrollo humano, pero la escuela - actuando como representante de las instituciones - se empeña en crear mentes convencionales.

Su objetivo es preparar al estudiante para que ocupe un rol social. La verdadera educación no debe reducirse a entrenar ni a informar sino a formar a la persona para sacar de ella lo mejor que tiene. Para evitar que se produzca el fin de la infancia los medios son el juego y  la exploración. 

Cuando la naturaleza juntó las especies, lo hizo para que ante un cambio de clima, éstas pudieran enfrentarlo. El monocultivo, en cambio, sólo es útil cuando hay estabilidad. La variedad es también la fuente del aprendizaje: si se fragmenta el saber creando especialistas, se les proporciona sólo un martillo como herramienta y entonces es posible  que todo lo que vean les parezca  un clavo.

 Los especialistas son ejecutores a los que se premia por el dominio de su técnica. Pero no realizan su tarea como dioses: no acceden al dios creador que cada uno esconde dentro de sí.

Einstein conmovió al mundo porque tuvo un desarrollo lento pero diferente. Se planteó originalmente los problemas fuera de la escuela. Sin embargo, la sociedad  valora más el producto que el proceso; el creador debe luchar  por la belleza de su obra sin morir en el intento. Así, en 1998 se vendieron dos cuadros de Van Gogh en 100 millones, y ninguno mientras vivió.

Si educar significa “sacar de adentro”, la  mejor manera de aprender es interrogarse y conocerse a uno mismo. La primera pregunta es clave ya que desencadena las demás, aunque siempre es posible reflexionar y comenzar de nuevo. Lo que se busca aparece cuando se reúne  lo nuevo conocido como suceso con lo viejo reconocido y recuperado de la memoria. 

Para Einstein “El arte es la manera de expresar los conocimientos más profundos de la manera más sencilla”. Intenta estimular las facultades del lector logrando que cada momento conduzca al siguiente, por eso “crear es hacer crecer” una potencia. Sin embargo, ciertas reglas son necesarias ya que facilitando el despliegue  imaginativo ordenado, permiten cocinar lo que está en crudo. 

Para que el  encuentro entre lo viejo reconocido, el suceso y la idea que surge de su interacción, no genere una edición que sea mera repetición; la regla debe conjugarse con la capacidad de improvisación, entonces el diálogo interno fecundo provoca el desconcierto creativo escuchando primero lo que puja por salir y editándolo después.

La tarea es doble: se deduce la secuencia desde la inspiración original y se induce desde la inspiración particular. La fórmula tiene así el sello propio de la fidelidad. “Para vivir fuera de la ley, hay que ser honesto”, dijo Bob Dylan. 

Una persona  creativa puede actuar y crecer pese a la incomprensión del mundo. El pasaje  de la inocencia a la experiencia se da cuando las ilusiones se enfrentan con la realidad. Éste es el aprendizaje útil pero doloroso. Aún en condiciones ideales el fin de la infancia ocurrirá, porque los bloqueos son internos y el choque con la realidad inevitable. 

Pero lo bueno de esta historia es la posibilidad renacer: cuando la inocencia reorganizada recupera la mente de juego sin tener nada que perder o que ganar, es el momento justo en el cual la inocencia y la experiencia se fusionan y somos capaces de actuar como los dioses.

* Dr Horacio Krell. Director de Ilvem. Secretario de rel. internacionales de UAF  Unión Argentina de Franquicias y Propulsor de UP  Unión de Permutas. Consultas a   horaciokrell@ilvem.com.

 

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