GESTIONAR EL CONOCIMIENTO
Gestionar el conocimiento es considerarlo como un recurso sujeto a obsolescencia y que debe actualizarse continuamente mediante la innovación y el aprendizaje.
Elliot se preguntaba: ¿dónde está la sabiduría que se perdió con el conocimiento, dónde está el conocimiento que se perdió con la información? El carbón en la mina es un dato. La bolsa de carbón es como la información: convierte al dato en un producto útil. Cuando el carbón transformado en acero es como la información colonizada por el conocimiento. La sabiduría suma profundidad, perspectiva, significado, intuición, inteligencia y compasión. Usa el acero para construir un puente, une la información externa (conocimiento), con la propia (experiencia). El conocimiento se transmite, la sabiduría se logra con la experiencia. De nada sirve acumular el saber sin poder aplicarlo. Sin sabiduría no se crea valor.
Para convertirse en sabio hay que aprender a gestionar el conocimiento.
A ser sabios se aprende. Hay pocos sabios, son los que dan más valor a las empresas donde trabajan. ¿Qué pasaría con Apple sin Steve Jobs? No se puede despegar al conocimiento del conocedor. Ellos saben cómo aprender y qué aprender. No viven para saber, saben para vivir. Hay cosas que manejan de memoria, eso les da orientación, velocidad y cambio. El peligro del saber es que condiciona porque se valora lo que se tiene Pero se vuelve obsoleto. El sabio Sócrates dijo: “daría el 100% de lo que sé por el 50% de lo que ignoro”. La gente común hace lo que sabe hacer sin preguntarse qué debería saber.
Gestionar el conocimiento. Es el recurso principal y surge del aprendizaje: 1) mientras no sé lo que no sé me estanco. En la época de la carreta no se pensaba en aviones 2) Si sé lo que no sé me predispongo a aprender.3) Cuando sé lo que sé, puedo conformarme con el enciclopedismo. 4) Si no sé lo que sé el conocimiento se ha internalizado. Cuando olvidamos es porque no aprendimos. Lo que importa no es qué debemos saber sino qué debemos saber hacer y qué logramos. Recordamos lo que hacemos. Aprender es recordar.
Yo quiero. Aprender depende de motivaciones personales e incentivos del entorno para proyectarse, compartir el saber, aprender, y generar conocimiento. Poder es saber hacer lo que se tiene que hacer. Lo crucial no es lo que se sabe, sino cómo se usa y cómo aprender a aprender. No basta con el qué y el cómo, el porqué es clave para no aprender de memoria. Gestionar la inteligencia para crear conocimiento es la principal función de la educación.
Para innovar y crear. Hay que formularse la pregunta justa en el momento oportuno. El temor del docente es que le hagan preguntas, la educación reprime la curiosidad. Por eso casi todo lo que es útil lo aprendemos fuera del sistema. Educados para creer y no para crear destruimos nuestra imaginación y la capacidad de crítica.
La esquizofrenia consiste en pedir empowerment pero limitar la autonomía y castigar por equivocarse; solicitar trabajo en equipo y colaboración para gestionar el conocimiento y premiar sólo el resultado individual; elegir a los que saben competir en lugar de compartir. Los centros de enseñanza (escuelas y empresas), no son democráticos ni se organizan para ayudar y para enseñar a pedir ayuda; buscan el perfeccionamiento y no la innovación. Innovar es sinónimo de cambio y cambiar es algo que se resiste por naturaleza. Se innova para mejorar, para eso hay que aprender y aceptar que el fracaso es parte del proceso. Para alcanzar metas hay que arriesgar pero el miedo a equivocarse está muy arraigado. En un entorno de miedo al fracaso, donde priva el castigo, es difícil que florezca la innovación. ¿Cómo podemos lograr innovación cuando no se permite, no se incentiva y no se valora?
Aprender Haciendo. Lo que no puedo hacer no lo sé, y si no lo intento no aprendo. En un cirujano importa que haga bien lo que tiene que hacer y no que conteste bien una prueba. Aprender no puede separarse del trabajo. La medicina debería comenzar en los hospitales para facilitar la posterior abstracción teórica. También hay que enseñar a reconocer que no se sabe, que pedir ayuda no es malo y que ofrecer ayuda es un mérito. La innovación y el aprendizaje se proyectan hacia el futuro por la curiosidad y la voluntad de mejorar. Así generan conocimiento. El conocimiento es una certeza paralizante que traba el aprendizaje. La innovación pide reinventar la rueda, el conocimiento afirma que ya está inventada. Aprender a innovar a la velocidad de los cambios es una tarea para toda la vida.
La virtud de los que saben es que no analizan lo que funciona sino lo que va mal o lo que pueden mejorar. Cuestionando o preguntando llegan al quid del problema.
La escuela no es un buen lugar para aprender porque enseña abstracciones inútiles. ¿Por qué se enseña lo que no vale la pena? A nadie se le pregunta qué nota sacaste en el trabajo.
Importa más innovar que recibirse de ingeniero o abogado.
Para Bernard Show el hombre razonable se adecua al mundo y el irrazonable adecua el mundo a él. Todo el progreso depende del hombre irrazonable. Innovación viene del conocimiento que surge de la innovación. Los conecta el aprendizaje. Para aprender sirve el descontento productivo. El que está contento con lo que sabe no aprende y el triunfo se nutre del fracaso. Pero si un alumno es inventivo la maestra lo primero que hace es llamar a los padres. La escuela enseña lo que no sirve, lo que debería enseñar es aprender a cambiar es decir a saber gestionar el conocimiento.
* Dr Horacio Krell. Director de Ilvem. Secretario de rel. internacionales de UAF Unión Argentina de Franquicias y propulsor de UP Unión de Permutas. Consultas horaciokrell@ilvem.com.
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