Víctor Hugo dijo: “son las ideas y no las máquinas las que dirigen y arrastran al mundo”.
Pero el hombre que puede crear elige la rutina y crea malos hábitos que luego lo crean.
Para Einstein hacer más de lo mismo no mejora los resultados. La mayoría de la gente compite con ideas usadas y sólo pocos navegan en las aguas tranquilas de la creatividad.
Construir una Fábrica de Ideas. Hay que hacer del defecto una virtud, aprender que la imaginación refuerza el conocimiento y enseñar cómo funciona el cerebro, el motor de las buenas ideas. Usamos más el hemisferio izquierdo que procesa palabras y conceptos con un pensamiento lógico y planificador y descuidamos el hemisferio derecho que asocia imágenes con emociones e intuiciones. Su fortaleza son las ideas que no se pueden programar.
Los hemisferios se conectan por fibras nerviosas pero tienen el síndrome de la pulga encerrada que de tanto golpear su cabeza contra la tapa deja de saltar aunque la tapa ya no esté. Es que lo que no se usa se pierde y el hemisferio derecho, más débil, deja que el hemisferio izquierdo dominante aplique su lógica de repetición.
La capacitación. El paso previo es crear conciencia del poder creador de la mente, enseñar técnicas y ejercicios de gimnasia mental para aprender a preparar, incubar, iluminar y controlar las ideas mediante cursos de inteligencias múltiples.
La creatividad tiene una base cuantitativa, de 60 ideas se concreta 1 pero es necesario generar previamente múltiples alternativas. El que produce 1 idea por día fabricará 365 ideas en el año.
La administración de la Fábrica. El procedimiento es simple: 1) Recoger ideas y volcarlas en el tanque 2) Priorizar las que poseen valor, originalidad y viabilidad. 3) Elegir las mejores. 4) Implementarlas. 5) Evitar el modelo bohemio de calentar la pava y que otros se tomen el mate. 6) Cuando se trata de empresas hay que consolidar la alianza estratégica entre el deseo del individuo y el propósito de la organización. La capacitación y el control de gestión enfocan al objetivo. Los costos son organizar, premiar y participar en los resultados a los creadores de ideas exitosas. El beneficio es la ganancia de la explotación.
El valor de las pequeñas Ideas. Taylor salvó al capitalismo con su estudio de tiempos y movimientos. La hoja de afeitar de Gillette surgió de idear un producto que obligase a comprarlo siempre. Einstein descubrió la relatividad imaginando que viajaba en la punta de un rayo de luz. Pulitzer diseñó la publicidad para distribuir noticias y obtener réditos. Finsen al ver un gato que se movía hacia el sol fue el precursor del rayo ultravioleta. Schaffer descubrió el papel investigando cómo las avispas lo obtenían del árbol. Wartemann inventó la pluma estilográfica luego de perder un negocio por la tinta derramada. Edison con la idea de iluminar un hilo muy fino y después de mil fracasos creó la lámpara eléctrica. Comparado los huesos del oído con la delicada membrana que los operaba, Bell concibió el teléfono. Lilienthal imaginó el planeador imitando a las aves.
La mente tiene un patrón creativo que relaciona los hechos con los signos que los representan. Así produce las ideas que surgen de ese intercambio productivo.
La Fábrica de Ideas, escuela de liderazgo. En lugar de culpar a otros por los males hay que aprender a preguntarse : ¿qué hago para solucionarlos? Para que la creatividad sea una forma de vida el giro conceptual es concebir al desarrollo no por los recursos que se poseen sino por cómo se los usa. Al promover el valor de las ideas, difundir las mejores prácticas y tecnologías, formar líderes y generar una cultura que despierte la alegría por descubrir; se instala en el cerebro el software de la creatividad.
Inventar, crear, innovar. La riqueza de una Fábrica de Ideas se mide por lo que produce la red asociativa de su gente, el capital social. Los equipos y los círculos de creatividad despliegan la inteligencia social. Antes se admiraba a la persona culta, hoy se prefiere a la práctica. El intelectual trabaja con palabras e ideas, el hombre de acción con personas y cosas. El primero aporta su saber, el otro su capacidad ejecutiva. Entre ambos se levanta el oficio del creador.
Cada cerebro sobresale en una virtud: creatividad, análisis, ejecutividad, sociabilidad. Para aplicar las ideas se requiere combinarlas y no reunir a iguales o amigos. Si todos son creativos nadie hará el trabajo. Deben coexistir en el grupo creativos generando ideas, analíticos eligiendo las mejores, ejecutivos llevándolas a la práctica y socializadores vendiendo lo que el grupo produce.
Desafío para mentes pensantes. Mientras se construye la Fábrica de Ideas usted puede crear la suya y participar en otras que ya existen. La gimnasia mental rompe la rutina y estimula el proceso creador. Como afirmó Edison, el más grande inventor de todos los tiempos, “el genio es un 10 % de inspiración y un 90% de transpiración”. Y a falta de problemas reales el acertijo ilumina la mente generando el espacio creativo entre la percepción y la iluminación.
FABRICAR IDEAS PARA VIVIR MEJOR