PLANEAR
El que falla al planear planea fracasar.
Para alcanzar una meta importante se necesita un plan. Este criterio aceptado se contradice en los hechos cotidianos. Así como no admitiríamos que un edificio se construya a ojo, en la vida personal dejamos todo librado al azar. Planear no es un don que se lleve en la sangre, hay que tomar conciencia de su valor enseñando a planificar.
Un mundo globalizado y cambiante como el actual es una realidad que no puede negarse y para manejarlo hay que adelantarse a los acontecimientos. La mejor forma de predecir el futuro es inventarlo observando las tendencias. Para construir teorías exitosas hay que tener una visión de futuro, enfocar en ella los negocios, los productos, y los procesos.
Planear con éxito requiere definir lo que se quiere, fijar con precisión la meta y describirla por escrito. Un plan tiene un cómo y un cuándo del cómo, porque el objetivo debe alcanzarse en tiempo y forma. El tiempo es el juez de todos los planes.
En 1726 en su viaje a Filadelfia un joven marinero de 20 años trataba de planear su vida. Insatisfecho consigo mismo, listó las virtudes que quería convertir en sus hábitos. Este genial planificador fue Benjamín Franklin. Perfeccionamos sus inventos -como el pararrayos- pero no pudimos superarlo en su materia clave: ¿Cómo planear nuestra vida?.
Invertir en planear. Muchas veces la gente sigue metas utópicas en las que no debería gastar energía, en otras confunde ideas abstractas con visiones concretas.
Explorar el espacio era un propósito del gobierno americano en un momento de la historia, llegar a la luna fue su visión. Como el camino al infierno está plagado de buenas intenciones es mejor proponerse metas viables y atractivas. Para seleccionarlas hay que viajar al mundo interior buscando talentos, cualidades, ideas, gustos y proyectos dormidos u olvidados, y transformarlos en metas magnéticas, para grabarlas en la mente.
Gillette tuvo un propósito: “inventar algo que obligara a los hombres a comprárselo durante toda su vida”, pero cuando diseñó la meta de un objeto con cuchilla y soporte, dirigió su mente al invento que le daría fama y dinero, su plan le permitió crear el aparato de afeitar.
Metodología intelectual del planear estratégico. Cuando se trata de cumplir con una misión o un propósito, se necesita más que un plan, hay que asociar muchas metas y planes en el proceso. Un planteo estratégico parte del propósito, selecciona las metas y confecciona planes que lo materializan. Eso implica la coexistencia de varios programas coordinados que apunten en la misma dirección.
Los enemigos de los proyectos son el olvido, la postergación, los planes ineptos y la falta de capacitación. Para seguir a la deriva no hace falta un plan. No hay vientos favorables para quien no sabe a qué puerto quiere llegar y a quien le parece bien cualquier momento, cualquier momento nunca llegará. No es cuestión de registrar prioridades en la agenda, sino de ordenar la agenda a las prioridades, a lo que falta por hacer.
Como el día tiene 24 horas hay que saber usar el tiempo. El plan quita presión sobre los temas que nos sacan del aquí y del ahora, contribuye a la ocupación y no a la preocupación.
Los beneficios de planear. Con el plan el crecimiento deja de ser accidental, se dirige a la meta y no a reaccionar ante el suceso, activa la memoria, sacude los olvidos y las postergaciones, agiliza la percepción de la oportunidad, evita la mentalidad de bombero, entrena para pensar en el futuro como construcción y no como un determinismo, convierte al planificador en el arquitecto de sus logros, elimina la tendencia a atribuirlos a la buena o a la mala suerte, aprovecha el promedio de los estados de ánimo integrando al plan las ideas que resultan de los mismos, da tiempo para disfrutar de lo pequeño y de lo grande.
Cómo planear bien. Seis honrados servidores me enseñaron cuanto sé, sus nombres son, Cómo, Cuándo, Dónde, Qué, Quién y Por qué", dijo Rudyard Kipling. El buen plan es una hoja de ruta que responde al cuestionario y hace el inventario de lo que falta.
El "Por Qué"se refiere a las primeras decisiones. El "Cómo" a la estrategia, a cómo llegar a la meta propuesta y las acciones que se proponen para alcanzarla. El "Cuándo" es el tiempo del plan. El "Dónde" el escenario pasado, actual y futuro. El “Qué” indica los objetivos y fija las metas. El "Quién" es el equipo, la gente y la retroalimentación
El plan pone a trabajar a los honrados servidores en equipo, a generar sinergia utilizando el menos común de todos los sentidos: el sentido común, el más antiguo y moderno de los recursos, que como todo lo realmente valioso es atemporal
Ejecutar el plan. Planear es crear valor de la manera más creativa. Lo que no cambia es la esencia: gestionar el conocimiento. Al intangible hay que sumarle los recursos de la gente: destrezas, conocimientos, aptitudes y actitudes. Un cambio eficaz no se logra explicando por qué no se puede, sino con un plan que guíe como una brújula al resultado.
¿Dónde estaba, dónde estoy, dónde quiero estar, cómo haré para conseguirlo?: son las preguntas estratégicas. Einstein dijo: “Dios no juega a los dados” para señalar que todo lo ha determinado. En sentido contrario afirmó: “La imaginación es más importante que el conocimiento”. La libertad del hombre está en crear el futuro en el que quiere vivir.
La “creacción” reúne el impulso creador y el plan organizador en el universo de la acción.
Para que la voluntad de éxito se convierta en la virtud de planificarlo, hay que aprender una metodología que le brinde a la mente la herramienta que precisa para conseguirlo.
* Dr Horacio Krell. Director de Ilvem. Secretario de rel. internacionales de UAF Unión Argentina de Franquicias y propulsor de UP Unión de Permutas. Consultas horaciokrell@ilvem.com.
Ilvem es una entidad educativa cuya misión es el desarrollo de la mente humana en el marco de la teoría de las inteligencias múltiples (espiritual, emocional, intelectual, creativa, artística, estratégica, corporal, social, comercial, comunicacional y digital).
Informes en www.ilvem.com o al teléfono 48215411.
|