LA DISCIPLINA
La disciplina es la capacidad de acción ordenada, correcta y perseverante para alcanzar un objetivo valioso.
Al elegir la educación de nuestros hijos buscamos una escuela que no transmita sólo conocimientos sino que eduque para la vida en el sentido más amplio de la palabra. Para ello, sus bases pedagógicas deben sustentarse en las 4 “A” del aprendizaje: Aprender a ser, Aprender a aprender, Aprender a hacer y Aprender a convivir.
Sobre “Aprender a ser”, Nietzsche dijo: “quien tiene un para qué vivir, encontrará casi siempre un cómo”. El sentido está en el interior de uno mismo. El niño debe aprender a buscarlo para poder contestar a las preguntas: ¿qué cosas te entusiasman?, ¿qué es lo que despierta tu pasión?, ¿qué es lo que te gustaría dejar como legado en este mundo?.
¿Y cómo se “Aprender a aprender”?. El sistema debería valorar la importancia de los métodos, que como sinónimo de “camino”, constituyen la mayor riqueza del hombre.
Respecto a “Aprender a hacer”, el enciclopedismo es un mal que produce niños que no saben aplicar su saber. Bill Gates, aburrido de la universidad, la abandonó para crear Microsoft . “Saber hacer” es administrar el intelecto para pasar del aula a la vida mientras que “Aprender a convivir” es cuidar el capital humano que vive en cada relación.
Qué es la disciplina. Necesaria para algunos, mala palabra para otros, la disciplina tiene significados complementarios. Puede ser entendida como asignatura o como orden. En un sistema todas las partes interactúan, las altas o las bajas lo modifican y la disposición de las piezas - como en el ajedrez - es muy relevante. Los sucesos no ocurren al azar. Así como la rana que muere en el agua a fuego lento se salvaría saltando si fuera arrojada de golpe, el individuo no se da cuenta de que funciona en piloto automático. Los círculos viciosos o virtuosos (sinergia negativa o positiva), se basan en el efecto bola de nieve. Si un sistema funciona mal - sin una brújula que lo guíe - aplicar más fuerza conduce sólo al desastre. Por eso, deberíamos preguntarnos cómo es el sistema con el que funciona la escuela de nuestros hijos, cómo se ejecuta el programa de premios y castigos.
La disciplina como sistema. El pensamiento sistémico descubre patrones ocultos, comprende situaciones, detecta fallas. Una de las lecciones que aprendí sobre sistemas proviene de un cuento sobre un árbol de duraznos:
Era un duraznero pequeño que producía muchos frutos. Duraznos hermosos, dorados, dulces y jugosos. Como con la mayoría de las cosechas, los duraznos no aparecían de repente; crecieron gradualmente a través de un proceso. Había que podar y rociar el árbol ocasionalmente y recoger y comer los frutos. Cada primavera daba una nueva cosecha. Sin embargo, algo diferente sucedió. Las hojas salieron normalmente; los capullos brotaron; incluso aparecieron algunos brotes. Pero entonces todo cambió. Las hojas que siempre habían sido tan verdes y frondosas comenzaron a volverse amarillas y marchitas. Un especialista dijo que parecía el insecto perforador del durazno. Examinó el suelo. Unas cuantas pulgadas debajo, donde el tronco terminaba y comenzaba el sistema de la raíz, estaban los insectos blancos. Fue demasiado tarde. Herido desde su raíz, el árbol murió. Y con él, sus frutos. Sólo quedó madera muerta.
En nuestro país - como en un campo de juego embarrado - las instituciones tiemblan. Si quienes lo conducen viven reaccionando ante la urgencia, no pueden detectar la emergencia que fluye del sistema. El pensamiento episódico es como una foto. El sistémico, como un dibujo animado. La ventaja de los sistemas es que pueden usarse sin conocer sus detalles. El error es desarmarlos, como ocurre con el occidental que, al arrancar la flor para estudiarla, la termina destruyendo. El oriental, en cambio, la contempla respetuoso.
La disciplina estratégica. Desde Descartes, se sabe que el exceso de análisis genera parálisis y que la síntesis reúne las partes en un sistema vivo. El “Yo pienso” de Descartes parte de un dato, que según Galileo, acota la realidad para poder calcular. Pero si dudo de lo que pienso u observo y me baso en lo que siento, entonces “Existo y luego pienso” (aplico inteligencia emocional). A los pensamientos, instintos y emociones, la disciplina sistémica realiza algunos aportes
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Elabora una estrategia: ¿dónde estaba hace un año y dónde estoy hoy?
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Activa la experiencia: ¿dónde quiero estar en un año?, ¿qué me impide obtener los resultados?
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Indaga sin culpar: ¿cuáles son mis prejuicios?
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Concibe al sujeto como parte del proceso.
No se pueden obtener frutos sin cuidar las raíces. Este mismo mensaje se aplica al liderazgo: no se obtienen resultados sin cuidar las fuentes. Una escuela efectiva se parece a un árbol: necesita disciplina para crear valor. Pero antes, para adquirir valor, debe tener claros cuáles son sus valores.
* Dr Horacio Krell. Director de Ilvem. Secretario de rel. internacionales de UAF Unión Argentina de Franquicias y propulsor de UP Unión de Permutas. Consultas horaciokrell@ilvem.com.
Ilvem es una entidad educativa cuya misión es el desarrollo de la mente humana en el marco de la teoría de las inteligencias múltiples (espiritual, emocional, intelectual, creativa, artística, estratégica, corporal, social, comercial, comunicacional y digital).
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