YO QUIERO
Yo quiero son dos palabras mágicas que generan la acción humana.
Concentrarse es mantener la mente en algo durante un período de tiempo, controlando los desvíos. La concentración es el medio y el querer es el fin. La vida nos somete a este test continuamente. Para optimizar el proceso, la energía debería surgir del autoconocimiento y de aprender a ser. Cuando la rutina hace olvidar el propósito original, trabajamos sin saber por qué lo hacemos. Cuando la atención se atasca, la mejor estrategia es volver al resultado esperado, alineando el foco de atención con la asignación de importancia y decir Yo quiero.
Yo quiero yo puedo. Al saber lo que queremos la energía fluye por el hemisferio creativo. Entonces la imaginación abre ventanas al futuro y crea opciones para que la voluntad elija. Inspirar la vida en un propósito y concentrarse en él, hace de los sucesos oportunidades. En cambio el esfuerzo sin método, agranda el obstáculo. El camino es detectar lo que yo quiero, saber pensar, y ante el menor extravío, volver.
Capacidad de observación. ¿En un semáforo cuál está arriba la luz verde o la roja? Dudamos por no mirar. Observar es salir del piloto automático con una atención flotante, silenciosa, que se sostiene sin agarrar, sin agitación ni excitación.
Sin el objeto presente, la imagen debe ser como su objeto, estar en su lugar y representarlo, como naturalmente se relacionan la figura y el fondo. Si lo natural del objeto es su movilidad, así deberá ser la imagen. El buen observador confía en sí mismo y puede decir yo quiero.
Primero la percepción. Sin ingreso no hay proceso, luego lo percibido se relaciona con algo, tal como el corazón que se expande y se contrae. Hay expansión o meditación cuando dos ideas se juntan, pero la imagen se torna confusa. Contracción es concentración.
El proceso mental asociativo puede ser mecánico o bien ser dirigido desde yo quiero, esta es la diferencia entre vagar o pensar. Pensar es anticiparse, buscar en una cierta dirección. Son tres sus etapas: 1) decidir a qué atender, 2) moverse voluntariamente de un concepto a otro, 3) inspeccionarlos, relacionarlos, viajar a través de ellos.
Los instrumentos. El cuerpo es el vehículo de la acción, los sentidos brindan información sobre el mundo externo, y la mente es el vehículo interior, que con su telescopio y microscopio psíquicos, recorre paso a paso o saltando mediante ideas creativas.
Al rodeo que hace el pensamiento para llegar al objetivo debe regularlo el yo quiero.
El éxito de cualquier asociación de ideas depende de la selección de la segunda, ya que indicará una senda al pensamiento. En un accidente, según lo que se quiera ver, el pensamiento viajará en otra dirección. La víctima, el abogado, el mecánico, el médico, el policía, verán aspectos diferentes. Y a medida que avancen se alejarán del origen.
Los estímulos compiten, pero es nuestro yo quiero el que define la atención, es un imán que atrae. Si el interés no existe, los pensamientos carecen de hilo conductor.
La concentración es el triunfo de quien conoce su destino y crea la senda que lo conducirá. Para él todo sirve, hasta las piedras en el camino.
Gimnasia de la voluntad. La concentración tiene un punto de partida y otro de llegada. Para entrenarse elíjalos al azar: parta de cualquier A y llegue a cualquier B. Lo importante es que sea lo interno lo que provoque lo externo. No hay que tener un yo quiero imposible, sino querer de verdad, concentrarse en el querer, ocuparse en lugar de preocuparse.
A mayor ocupación mejor concentración y menor distracción. Antes de iniciar una tarea tómese el tiempo para comunicarse interiormente y reloj en mano, concéntrese. El paso previo a la acción es la relajación, tomar conciencia de lo ya recorrido y de lo que falta por recorrer. La demostración de la fuerza del yo quiero son los resultados.
* Dr Horacio Krell. Director de Ilvem. Secretario de rel. internacionales de UAF Unión Argentina de Franquicias y propulsor de UP Unión de Permutas. Consultas horaciokrell@ilvem.com.
Ilvem es una entidad educativa cuya misión es el desarrollo de la mente humana en el marco de la teoría de las inteligencias múltiples (espiritual, emocional, intelectual, creativa, artística, estratégica, corporal, social, comercial, comunicacional y digital).
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