El canje de favores fue el intento final del gobierno para evitar la derrota en la votación del proyecto de retenciones móviles, que reprodujo en la memoria de los argentinos el triste caso de la Banelco en la presidencia de De la Rúa.
La tradición volvió como canje de favores por votos cuando emisarios del poder Ejecutivo ofrecieron a algunos senadores soluciones a sus problemas en el Poder Judicial y otras prebendas. No les importó captar voluntades con ofertas indecentes ni que alguno haya debido dejar el gobierno de su provincia por las sospechas de encubrir un crimen.
Está dando vueltas por el Congreso un proyecto de ley para que los legisladores además de su declaración jurada de bienes, presenten otra declaración que aclare qué intereses tienen o representan y si sostienen causas judiciales contra el Estado antes de presentarse a elecciones. En Estados Unidos la Comisión Nacional de ética obliga a los legisladores a declarar sus intereses y a los lobistas a registrarse y decir por qué motivos van a entrevistar a los legisladores.
Lo que se pretende es evitar otro tipo de canje de favores producto de viciosas negociaciones que ha venido publicando la prensa y que incluyeron presiones hasta para el voto de desempate del vicepresidente de la Nación.
La existencia misma de dinastías políticas provinciales y listas sábana agravian a las virtudes republicanas. Ahora se agregan sospechas de un nuevo canje de favores por votos. La doctora Cristina Kirchner, diputada nacional en esa época, se indignó contra las coimas que se habrían pagado en el Senado para aprobar la reforma laboral de 2000.
La figura del canje no es mala en sí misma sino una herramienta que permite alcanzar nobles objetivos. Einstein dijo una vez: “De no haber sido científico hubiera sido trocador de cosas, es una noble profesión”.
Hoy por mí mañana por ti. El canje de favores no es malo en sí mismo, hoy por mí mañana por ti es la lógica del sentido común. Lo que hay que criticar es el canje que altera la conciencia de quien es elegido para hacer el bien y es presionado para seguir la lógica del gobierno apelando a sus intereses personales, provinciales o a la lealtad al partido.
La crisis de valores señala una escala y una competencia. A veces el valor de verdad compite con el de hacer el bien (como el que esconde a un inocente y miente para salvarlo).
El canje de favores se convierte en malsano cuando se lo usa para comprar voluntades. Dejar librado el destino del país a presiones y componendas entre legisladores elegidos en listas sábana es entregar el futuro. Debemos darnos cuenta que los que están allí, no son nenes de pecho y si están es porque nosotros dejamos que eso ocurra. Por eso formamos parte de los primeros países en el mundo en accidentes de tránsito, en corrupción y en sistemas educativos que no funcionan.
Anomia Argentina. La anomia es la discrepancia grave entre normas, metas culturales y capacidades sociales para obrar en concordancia con ellas. En la Argentina se acepta como natural violar las metas culturales y las normas al dejar que grupos de choque copen las calles y en las galerías del congreso presionen las decisiones de los legisladores. La justicia no lo ve, ni se concentra en velar porque se apliquen la ley y los principios constitucionales o en asegurar que el sistema funcione y evitar la ley de la selva. Es decir que también funciona el canje entre poderes, fallando según las presiones del ejecutivo.
El ciudadano percibe una sociedad ingobernable, donde la corrupción destruye las instituciones. El costo del desorden, toma de escuelas, edificios, rutas y calles afectan a la economía, producen angustia al ciudadano, afectan su salud, deterioran la infraestructura, el capital de las empresas y hacen perder mercados externos. Cada cual aplica la estrategia de “sálvese quien pueda” o “que se vayan todos”, se dedica a sus asuntos, ignora la realidad o la mira por TV.
Es un mal canje hipotecar el futuro del país por la comodidad pasajera o por no enfrentar el desafío de participar. El mejor canje de favores que puede realizar un ciudadano lo hace en el momento de votar. Puede decidir, en eso consiste su libertad, pero no podrá evitar las consecuencias. El canje de favores nos involucra a todos.