La inteligencia ética indaga sobre el hecho moral, la moral sobre una cultura que se nos impone. Creemos autodirigirnos sin advertir que nos arrastra la corriente. La inteligencia ética es una reflexión y un compromiso interno sobre el qué y el cómo hacer.
El animal tiene una inteligencia instintiva, una rutina biológica determina su conducta. El hombre es miope comparado con el águila, pero puede sondear en lo invisible. No sólo descubre las cosas como son, sino cómo podrían ser. Percibe y comprende los estímulos a través de los conceptos que guarda en la memoria y los asocia con el razonamiento. Para crear necesita información, conocimientos y métodos para procesarlos.
Pensar por conveniencia. Acusamos de corrupción a los políticos, pero aceptamos nuestra vocación transgresora. Reducimos la esfera de la ética, nos quejamos de los baches pero arrojamos papeles a la calle. Esa anomia es la ilegalidad, en la esfera pública o privada.
Es raro, pero hoy el "transgresor" tiene imagen positiva. Mientras un sistema de normas establece reglas, en paralelo funciona un código trasgresor que tiene más fuerza que la ley.
Respetar las leyes morales. Para sacar a los chicos de la calle el gobierno busca fuentes de trabajo, pero la educación no les enseña a pensar y la cultura mediática exalta modelos perversos. La generación anterior tenía valores: "Serás médico, ingeniero, abogado." Y los hijos asumían el mandato paterno. Pero hoy todo cambió. Padres modernos que dicen "quiero que seas feliz". Y ser feliz es más difícil que alcanzar un título.
La inteligencia ética. Sin darnos cuenta el clima moral nos atrapa, nadie es del todo original. Usamos proyectos ajenos para construir los propios. El arte no depende de lo nuevo, pero un fin nuevo puede hacernos usar de otro modo las destrezas cerebrales.
Si sólo recibimos valores del medio, la dirección no es genuina. Copiar modelos empobrece la vida social produciendo menos emprendedores, para crear hay que creer.
Como somos productores espontáneos de fines podemos rearmar el esquema interno que unifica los datos y sus relaciones con un estilo personal, buscar primero la información y el conocimiento y controlarlos con el patrón que regula la búsqueda: informarse, inventar proyectos, pensar valores, negociar la aplicación de la energía, construir criterios, evaluar tareas. La inteligencia no se mide por lo que encuentra sino por lo que busca.
La inteligencia ética une proyecto y motivación, induce a concretar valores, señala la salud de una cultura. Libertad e inteligencia van de la mano en los comportamientos inteligentes.
El yo ocurrente produce las ideas. El yo ejecutivo las canaliza. Lo traban esos paradigmas impenetrables al pensamiento, si no puede cambiarlos se somete. La selección de contenidos valiosos, la dedicación a proyectos interesantes nos permite convertir lo que somos en lo queremos llegar a ser. La inteligencia ética es el tablero de comando que dirige la conducta y las capacidades, se refleja en los proyectos que encaramos.
La realidad es la verdad. La inteligencia ética acepta la evidencia universal. El hombre autodetermina su inteligencia, con libertad se adueña de sus actos, domina su yo, se hace persona. Quien se refugia en la evidencia privada lo hace por codicia o miedo. Inteligencia ética es crear dignidad humana. El legado de Sócrates "conócete a ti mismo" y “sólo una vida reflexiva es digna de ser vivida”, es una invitación a ser visitado por los interrogantes.
Saber o no saber. No se sabe si el portador de un gen desarrollará la enfermedad. ¿ Para qué debe saberlo? Descubrir el gen asociado a una enfermedad que no tiene cura, toma la forma de una amenaza latente, una bomba de tiempo sobre la vida presente. Vivimos exaltando el conocimiento, pero en el Génesis, el árbol de la vida y el del conocimiento son distintos. Edipo reconoce su verdad y se ciega para no verla. A veces es mejor vivir sin conocer. En el mejor de los mundos existe el remedio. En este mundo, todavía, no llegó.
Los ganadores nunca mienten. La conciencia es una brújula que conecta actos y valores. La codicia borra límites y la desesperación anula el buen sentido. Pero la conciencia es el centinela, no hay fiscal más poderoso ni testigo más terrible.
“Todo el mundo lo hace”: no es excusa. La inteligencia ética es visión de futuro, constancia, disciplina, honestidad, riesgo y sacrificio. La reputación es sólo como nos ven los demás, la ética es como actuamos cuando nadie nos mira, aquí juegan la integridad y los valores. Para que no se destruya el cemento social el éxito debe alcanzarse honestamente.
La competencia es parte del espíritu emprendedor, la mentira y el engaño no. La ética crea ganadores a largo plazo y promueve la mejor cultura del ejemplo. El coraje para hacer lo correcto es la clave. El hombre es individuo y ente social, la inteligencia ética necesita su control mutuo. Educar para la ética es aceptar que el ser humano es al mismo tiempo individuo, parte de una familia, de la sociedad, y gestionar el crecimiento conjunto de la autonomía individual y de la conciencia social. El control mutuo lo debe ejercer una democracia global para que la humanidad se convierta en una comunidad planetaria.
*CEO de Ilvem, Contador Público y Licenciado en Administración de empresas (UBA). Contacto horaciokrell@ilvem.com