Cómo conseguir una memoria extraordinaria

                                   EL ARTE DE LA MOTIVACIÓN * por Horacio Krell

 

Revista Noticias - Año XXI Nº 1358 - Edición del 04-01-2003 - Editorial Perfil

Cómo conseguir una memoria extraordinaria

 

El método LOCI para entrenar la capacidad de recordar y emular a los genios. Las nuevas drogas que ayudan. Autotest para saber qué mejorar

Regalarle agendas a Marcelo Kohon (41) es tirar la plata. "No las necesito. Cuando me dan un número de teléfono que voy a usar, no lo olvido más", asegura el encargado de depósito de una fábrica en San Justo. "Si hoy me dicen que el 23 de febrero del 2004 tengo que hacer un inventario a las 16 horas, lo registro en la cabeza. Ponéle la firma que ese día me voy a acordar", agrega Kohon, quien también graba en su cabeza y para siempre fechas de cumpleaños, patentes de autos, números de documentos y los códigos de 21 dígitos de un millar de artículos que maneja en la planta de envases. "Es algo que me sale naturalmente", argumenta el memorioso sin causa.

Kohon sería un buen candidato a participar del Campeonato Mundial de la Memoria, el torneo que todos los años reúne en Londres a personajes que recitan 40 mil decimales del número Pi, que suman mentalmente 100 cifras en 20 segundos o que recuerdan el orden de los naipes de 20 mazos mezclados. Sus dones asombran: parece obvio que los competidores tienen cerebros únicos y privilegiados. Pero un nuevo estudio británico sugiere que la memoria extraordinaria suele ser más transpiración que inspiración. Cualquier mortal motivado sería capaz de mejorar su capacidad de recordar, siempre y cuando aprenda estrategias adecuadas para que la información no entre por una neurona y se escabulla por la otra.

Tácticas. Aunque abundan los estudios sobre pacientes con deterioros de las funciones cognitivas, son muy escasos los trabajos sobre personas que descuellan por lo contrario. Eleanor Maguire, del Instituto de Neurología del University College de Londres, y tres colegas de las universidades de Londres y Southampton, remaron contra la corriente para examinar el cerebro de diez supermemoriosos: ocho de ellos, competidores exitosos del Mundial de Memoria.

En el laboratorio, los participantes pasaron distintos tests cognitivos y tuvieron que recordar dígitos, rostros y cristales de nieve (figuras simétricas de seis puntas y formas caprichosas). La misma rutina siguieron diez voluntarios "control", con una memoria promedio. En todos los casos, el volumen de la materia gris y las áreas de activación neuronal se escrutaron mediante técnicas de resonancia magnética.

Los resultados, sorprendentes, se publican en la edición de enero de la revista "Nature Neuroscience". "La memoria superior no se debe a un intelecto superior o a diferencias estructurales del cerebro, sino a la utilización de estrategias de aprendizaje", escribieron. Genios y comunes mortales no difieren en su nivel de inteligencia, ni hay divergencias en el tamaño del hipocampo y otras regiones cerebrales críticas para memorizar.

Es otra cosa. Según los investigadores, la única diferencia entre quienes todo recuerdan y quienes olvidan a menudo es táctica. Al recibir nueva información, los primeros encienden determinadas zonas del cerebro implicadas en la memoria espacial: la corteza parietal medial, la corteza retroesplenial y el hipocampo posterior derecho (ver foto página 66). Activar esas regiones favorece de manera decisiva la recolección de los datos almacenados, sospechan Maguire y sus colegas.

¿Pero cómo se les "avisa" a esas zonas del cerebro que deben entrar en acción? Recurriendo, por ejemplo, a una antigua regla mnemotécnica que resurge con furor: el método LOCI o "método de los lugares". El procedimiento mental, que utilizaron nueve de las diez personas evaluadas por su memoria extraordinaria en algunas o todas las pruebas, consiste en relacionar los ítems a recordar con características salientes de un espacio físico conocido (ver infografía página 64).

Milenario. La táctica nació con una tragedia griega. En el año 477 antes de Cristo se desplomó el techo sobre decenas de asistentes a un banquete, dejando varios muertos. Como resultaba difícil identificar a las víctimas, uno de los sobrevivientes, el poeta Simonides de Ceos, reconstruyó la posición original de todos los comensales en el salón. Dijo luego que era capaz de hacerlo porque, antes de la catástrofe, había concentrado en su mente las imágenes de cada persona mesa por mesa y las había "colocado" a lo largo de una ruta familiar. Bastó luego que "recorriera" esa ruta para que le fueran apareciendo en forma espontánea las caras y nombres de los infortunados.

El método LOCI es hoy aplicable a tareas cotidianas como recordar una lista de regalos, registrar el vencimiento de facturas u organizar las ideas de un discurso. "La longevidad y el éxito del método pueden deberse a que los humanos son proclives a usar un contexto espacial como uno de los medios más efectivos de aprender y evocar información", sostienen los científicos ingleses. La moraleja es que cualquiera puede formarse en su arte si persevera lo suficiente. "Creo que se necesita mucho tiempo de entrenamiento", dijo a NOTICIAS uno de los autores del estudio, Narinder Kapur (53), de la Universidad de Southampton.

Apelar a la representación espacial y a la formación de asociaciones es una táctica probada para fijar la información. Un célebre cultor del método LOCI, el periodista ruso S. V. Shereshevskii, tenía una habilidad asombrosa para transformar datos y conceptos en imágenes visuales, sonidos, olores y hasta sensaciones táctiles. Para él, el número "dos" aparecía rectangular y grisáceo. Una voz le podía sonar crocante y amarilla. Se ganaba la vida dando exhibiciones de memoria. Cuando se sentía abrumado por tanta información acumulada en su cerebro, "escribía" lo que quería olvidar en un pizarrón e imaginaba luego que le pasaba el borrador. Funes el memorioso, el personaje de Borges, no hubiera pasado tantos tormentos de haber conocido ese sistema.

Training. La promesa de cosechar recuerdos perdurables también puede ser el germen de buenos negocios. De hecho, el método LOCI y algunas variantes menores son muy utilizados en cursos prácticos para mejorar la memoria, pero no son la única receta, asegura el contador y licenciado en administración de empresas Horacio Krell (56).

El pasado lunes 22 de diciembre, en una pequeña aula sobre Avenida de Mayo, Krell, fundador y director del instituto Ilvem, pidió a la audiencia que le dictara al azar cien números del cero al 99. Los anotó en un pizarrón, a lo largo de diez filas. Desafió a recordarlos y los cubrió con un tela negra. El más destacado de los presentes apenas logró recordar la posición del 10 por ciento de los números, y con eso le bastó para recoger la admiración del resto.

Krell, en cambio, cerró los ojos y recitó sin errores el contenido ordenado de las diez filas. "No se asombren -disparó al público-, si hacen nuestro curso ustedes también podrán lograr lo mismo. Usamos un 10 por ciento del cerebro, hay un 90 por ciento que está esperando." Sacarlo de la dulce espera cuesta apenas de 200 a 300 pesos por año.
A lo largo de tres décadas, 220 mil argentinos realizaron en Ilvem cursos de lectura veloz, memoria e inteligencia aplicada. "Tenemos un programa único y pronto lo vamos a exportar a los Estados Unidos y Europa", anuncia Krell.

Noticias: ¿Usted utiliza el método LOCI?
Horacio Krell: No, me parece muy complicado: además de recordar datos, hay que recordar lugares. Lo que yo hago es visualizar los conceptos como eslabones de una cadena asociativa. Una vez que un eslabón está firme, me despreocupo de él y paso a concentrarme en el siguiente.

Según Krell, la manera de observar, representar y organizar la información es fundamental para luego recuperarla. "Hay que generar pistas durante la percepción, introducir claves y dejar actuar al inconsciente. Los datos van luego a reaparecer como si fueran un sueño", afirma. En un mes se pueden lograr resultados notables, promete, y más aún en verano: "Es una época ideal porque la gente tiene más tiempo".

¿Genios? La memoria de elefante se trae desde la cuna y también se construye con tesón de albañil. Carlos Gardel recordaba dos mil canciones sin saber leer música. Juan Domingo Perón, como muchos políticos, cultivaba la capacidad de saludar por el nombre a interlocutores que había conocido fugazmente varios años atrás. Claudio María Domínguez admite haber ganado el concurso "Odol Pregunta" más por memoria que por inteligencia.

Para Facundo Manes (33), jefe de Neurología Cognitiva de Fleni, los súper memoriosos son particularmente hábiles en la "memoria de trabajo": una especie de sistema on-line que almacena en forma transitoria y manipula la información necesaria para aprender, comprender y razonar. "Con la técnica adecuada y mucho trabajo y dedicación, uno puede incrementar la capacidad de recordar. Pero alcanzar una memoria extraordinaria es más complejo: no todos los futbolistas llegan a ser Maradona", grafica Manes, quien recomienda descartar la depresión, el estrés o la ansiedad como causa de ocasionales problemas de memoria, antes de empeñarse en mejorarla.

El método LOCI y otras ayudas externas, como poner etiquetas al entorno o seguir rutinas preestablecidas, son herramientas probadas en pacientes con deterioros cognitivos. También es probable que reduzcan la tasa de olvidos en personas sanas. "Usar estrategias para recordar no es hacerle trampa a la memoria, sino sistematizar procesos que se usan todos los días", señalan la neuropsicóloga Liliana Sabe (39) y la bióloga Milena Winograd (25), del Fleni. Sin embargo, todavía no hay evidencias empíricas de su eficacia en la población general.

El nuevo estudio inglés abre un línea de investigación excitante, aunque fortalecer los recuerdos perennes, se sabe, puede ser un arma de doble filo. La proverbial buena memoria de Bill Clinton (56) flaqueaba sistemáticamente al relatar los detalles de su affaire con Monica Lewinsky. "Es la presión de la presidencia", justificó entonces. Al fin de cuentas, Clinton solo hizo propio el apotegma del poeta inglés Robert Graves: "Tengo una excelente memoria para las cosas que quiero recordar, y ninguna para recordar lo que no quiero recordar".

Por: Matías Loewy

*  Dr. Horacio Krell, Director de ILVEM. Consultas a horaciokrell@ilvem.com.ar.

 

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