Hacía tiempo que no visitaba España. En mi reciente estadía pude comparar mis vivencias actuales con el pasado que recuerdo y con la realidad de nuestro país. El gran parecido es que las patas de la mesa de ambos países no son sólidas. Detecté en los talleres y seminarios que dicté una falla notoria y común: es la falta una metodología intelectual de la educación del cerebro individual y social. Una de las primeras técnicas usadas por el hombre fue la piedra que usó para partir el coco y conseguir el alimento.
La diferencia entre técnica y tecnología es que en la segunda los procedimientos van acompañados del conocimiento científico. El coco de la ciencia incrementa el rendimiento del cerebro.
La ciencia tiene un modelo para producir el conocimiento, una epistemología para justificarlo y una tecnología que lo vincula con la práctica. Pero la ciencia sin conciencia arruina todo, ya que el conocimiento se puede usar para el bien o el mal.
Cuando las cosas funcionan bien la ciencia pura se encarga de la explicación y de la investigación, mientras que la aplicada gestiona el conocimiento, por ejemplo, creando las vacunas. Ciertos problemas sociales promueven la investigación científica y tecnológica para solucionarlos. Así es como la ciencia modifica la realidad y la tecnología a la ciencia. Sin el telescopio Galileo no hubiera podido formular su teoría. Para que el conocimiento evolucione hay que asociar ciencia, tecnología, sociedad y producción.
Viendo la realidad actual y las crisis económicas que se repiten, pese al supuesto progreso derivado de la economía del conocimiento, podemos preguntarnos que ha pasado: ¿estamos condenados a que la selección natural provoque el pánico intergeneracional o estas crisis pueden ser productivas?
Darwin se basó en la teoría de la mano invisible de Adam Smith para detectar el mecanismo biológico invisible que cumplía el principio de Bacon: lo que la naturaleza oculta en lo complejo, lo deja ver en lo sencillo. La evolución no nace de la nada, trabaja con lo existente forjando nuevos sistemas.
El imperialismo neuronal humano invadió el núcleo clave del cerebro que otros primates no controlan voluntariamente. El aprendizaje se sustentó en la plasticidad cerebral y en ciertas condiciones heredadas que lo favorecen. Saliendo de lo biológico, en el plano cultural, los genes se convierten en memes – llamados así por la rima y la asociación entre gen y memoria- .
Los genes y los memes tienen un mismo proceso reproductivo. Memes buenos y malos compiten por conquistar nuestro cerebro. Si dejamos que la selección natural haga su trabajo, a largo plazo estaremos todos muertos, el cambio no será posible y la selección natural marcará una involución. El futuro es impredecible pero podemos cambiar la ideología dominante; como hicieron los chinos que un día dijeron: “no importa si el gato es blanco o negro sino que cace ratones”.
La primera tecnología creada por el hombre fue la lectoescritura. Con ella obtuvo una capacidad de comunicación que ninguna otra especie posee. Sin embargo en España en Argentina y en el mundo, la lectura se encuentra devaluada. La reconquista del cerebro sería plantear el desafío de la evolución y de la revolución para evitar el riesgo inminente de la involución.
La imagen de la época es la del especialista que martilla con la herramienta de su conocimiento especializado pero que no advierte que el todo se encuentra amenazado.
Los gerentes tecnológicos deben ser los sabios del siglo xxi para gestionar el conocimiento, ya que administrar es conseguir que se hagan las cosas. El desafío de la época es que otra educación se convierta en el gen-mem formador del futuro para que un día los que nos sucedan puedan decir que en esta época, un conjunto de hombres se dieron cuenta de que podían y debían inventar un futuro mejor.
Les recomiendo leer el cuento DOS PAISANOS QUE TENÍAN EL MISMO NOMBRE en la sección 10 y mi comentario.
Me despido de ustedes hasta el próximo boletín.
Dr Horacio Krell, CEO de Ilvem
40 años dedicados a desarrollar y expandir la inteligencia por el mundo.
Consultas a horaciokrell@ilvem.com.