ILVEM es mundial
Durante mi viaje a España me hice dos preguntas:
¿Por qué importa tanto saber gestionarse a sí mismo? Advertí que ya no existen los roles fijos de los viejos tiempos. Antes el hijo de un campesino era un campesino, hoy podemos convertirnos en arquitectos de nuestro destino. No hay un plan de carrera que nos garantice el crecimiento dentro de una empresa ni la educación formal asegura nada. Tenemos que escalar hasta a la cima por cuenta propia. El título universitario no es tampoco una garantía de éxito.
¿Cómo gestionarse uno mismo? Me di cuenta que sabemos más lo que no queremos y de nuestros defectos, que sobre nuestras virtudes y deseos. Como no se puede gestionar la incompetencia hay que conocerse a sí mismo y aumentar el capital invisible llamado autoestima. Para eso limitemos el uso de la experiencia y precisemos qué nos falta. O como dijo Elliot ¿Dónde está el conocimiento que perdimos con la información, dónde está la sabiduría que perdimos con el conocimiento?
Entonces se me ocurrieron las respuestas:
Conoce tus fortalezas. Por socializar el sistema educativo retrasa el desarrollo de las fortalezas. Invertimos demasiado en pasar de la incompetencia a la mediocridad cuando deberíamos convertir nuestra competencia en excelencia. Como el sí es más fuerte que el no al conocerme mejor podría potenciar las destrezas de crear, analizar, hacer o generar relaciones; para luego actuar en consecuencia. Poder es querer más eficacia, es hacer foco en las fortalezas y oportunidades antes que en las debilidades y amenazas.
Descubre tu misión. Algunos conocen su misión desde chicos, otros la descubren en la acción. La clave es saber decir sí o no ante las propuestas. El azar favorece a las mentes preparadas. Ante la oportunidad hay que saber cómo contribuir y medir el resultado de la gestión. El desafío debe ser cuantificado.
Desarrolla una metodología intelectual. La inteligencia emocional implica el control de uno mismo y el de las relaciones sociales, sin la gente nada se puede. La carrera puede hacerse en una empresa o por cuenta propia. El pensamiento estratégico debe ser una guía para unir la misión y la acción: ¿dónde estaba ayer? ¿ dónde estoy hoy? ¿ dónde quiero estar mañana? ¿cómo haré para conseguirlo?
Administrar las fortalezas. Sin inteligencia la fortaleza es ciega. Para la autogestión el pasado aporta la experiencia, el presente la novedad y el futuro el deseo. Es la forma en que el porvenir interviene en nuestras vidas.
La gestión integra el conocimiento, la información y la imaginación -que vale tanto o más que el conocimiento-. Evitemos la trampa del pasado -aplicar recetas a contextos cambiantes- y la trampa del presente- perderse en los hechos y olvidar el propósito-. El riesgo es olvidarse de construir el futuro: pasado, presente y futuro deben asociarse.
Bernard Shaw decía que “el hombre razonable se adapta al mundo y el irrazonable adapta el mundo a él. Todo el progreso depende del hombre irrazonable”. Las fortalezas son intangibles, cuando no se usan se pierden. Para gestionarse a sí mismo no basta con el talento, hay que aplicarlo. Se trata de saber hallar y repetir una y otra vez el feliz encuentro entre la fortaleza y la oportunidad.
Los espero en el próximo boletín
Deseando que tengan una buena semana me despido de ustedes hasta el próximo boletín.
Dr Horacio Krell, CEO de Ilvem
40 años dedicados a desarrollar y expandir la inteligencia por el mundo.
Consultas a horaciokrell@ilvem.com.
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