LA SANA ENVIDIA. Por Horacio Krell
La sana envidia es el combustible del progreso, la mala es un pecado capital. Destructora, inútil, dolorosa, se oculta en las críticas y calumnias, en el doble discurso, en la compasión cínica y en la adulación fingida. La envidia es una emoción subjetiva, solitaria e inconfesable. Para Unamuno "es mil veces peor que el hambre, porque es hambre espiritual". Subyace en ella un sentimiento de inferioridad. El envidioso toma al otro como referencia, desconoce que la inteligencia emocional empieza por conocerse uno mismo.
Benchmarking. La sana envidia es objetiva, se compara con un modelo de excelencia e intenta hacer propias sus mejores prácticas. Se pregunta: ¿Qué puedo mejorar? ¿Cuál es mi modelo? ¿Qué diferencia nos separa? ¿Cómo cerraré la brecha? Elegir el blanco a modelar es crucial. La clave está en saber qué hace y no tanto en cómo lo hace. La eficacia apunta a generar valor y la eficiencia a cómo se realiza la tarea. La excelencia consiste en descubrir el 20% de los factores que generan el 80% de los resultados. En el hombre común lo urgente prevalece sobre lo importante.
Emociones alternativas. El envidioso desea lo que no posee, el celoso teme perder lo que logró. Al deseo envidioso lo promueve la sociedad de consumo. El envidioso quiere ver al otro destruido. El resentido necesita vivo a su rival para vengarse. Vive el pasado como injusto, pero el odio le cierra la puerta del presente y le impide construir su futuro. La indignación es una emoción que enfrenta una realidad injusta. Toda emoción es una alerta, ni buena ni mala en sí misma, lo que importa es cómo se gestiona. Por ejemplo, al admitir la superioridad del otro, se lo podría tomar como modelo. La sana envidia es un mensaje oculto de admiración, una fuerza impulsora. Al convertir la envidia en admiración nace el deseo de igualar al modelo y desaparece el odio. El rival ya no es un enemigo. Por el contrario, la mala envidia lleva a la vergüenza. Su peor cara es regocijarse con el sufrimiento ajeno. El envidioso no plantea el conflicto, por eso no accede a la solución. La sana envidia busca lo que desea sin eliminar al rival. Su filosofía es ganar-ganar o no hay trato. Una emoción visitada por el intelecto se torna inteligente: los celos preservan las relaciones, la indignación mejora la autoestima, la envidia moderada hace crecer y la envidia destructiva se transforma en constructiva. La toma de conciencia demanda inteligencia social y justicia. La solidaridad es renunciar a un bien para compartirlo. La PNL estudia la mecánica de la percepción, cómo el cerebro filtra y organiza el mundo. Investiga la comunicación para desarrollar habilidades personales e interpersonales, partiendo de conocer a los demás y a nosotros mismos.
La cuenta corriente emocional. En la inteligencia emocional no cabe la envidia ponzoñosa ni tiene recetas para enfrentar la psicopatología social. Propone crear cuentas corrientes emocionales que crecen con la amabilidad, la honestidad, el respeto, cumpliendo las promesas y caen con el mal trato, la traición y los reproches. La sobriedad emocional es una incapacidad para transmitir afectos o halagar lo positivo. Una palmada en la espalda da energía y confianza. Reconocer el mérito es signo de que se valora y se tiene en cuenta al otro. Contrasta con el reproche fácil o la crítica. Es más fácil comunicar lo que separa que lo que une. Pensar que el aprecio es sobreentendido es una excusa, en materia emocional un halago vale menos que un reproche. Cada retiro de confianza demanda cuatro depósitos. Reconocer virtudes, y agradecer aportes es el método. Recordar sólo lo mal que se hacen las cosas provoca el efecto dañino que se deseaba evitar. Otro problema es el solitario o quien desaparece. La distancia hace olvidar el saldo de la cuenta, lo que no se usa se pierde. Al conocer a alguien le abrimos una cuenta con subcuentas de simpatía, coherencia, inteligencia, amistad; valores que suman o restan. Cuando escasea un valor se achica y si la falla es grave la cuenta queda en rojo.
Ejecutivos de cuentas. Gestionar tiene su riesgo pero sin gimnasia el olvido lleva al punto muerto de la cuenta cerrada. Para gestionar hay que seleccionar usando el principio de segmentación de mercado, no le podemos gustar a todo el mundo. Hay que ser cuidadoso y no asumir la vocación de resaltar los errores. Las herramientas digitales sociales consisten en crear un sitio web propio e inteligente. El software permite saludar en los cumpleaños, el newsletter informar sobre sucesos importantes, el CRM tener al día la cuenta de novedades. Datamine es la definición del valor de la conexión entre el sistema nervioso humano con el digital. Cada uno es el ejecutivo de su cuenta en la relación con los demás. El tiempo es el juez de todas las cosas y la vida es el lapso en el que creamos capital social. Educar las emociones implica reconocerlas y gestionarlas. Según Pascal “el corazón tiene razones que la razón no entiende”. Para hace hacer inteligente la emoción debemos elegir las buenas compañías y huir de quienes nos intoxican.
Inteligencias complementarias. La inteligencia espiritual es la batería que genera la energía que la inteligencia emocional convierte en ideas y planes. La inteligencia social se nutre de las cuentas emocionales con saldo positivo. En la crisis se retiran fondos, por eso, para tener alto el balance, hay que rodearse de gente positiva. Dime con quién andas y te diré quien eres. El capitalismo es un sistema en el que los ganadores suelen quedarse con todo. Las donaciones más que donaciones deberían considerarse retribuciones. El capital social es el saldo de las cuentas, el capital intelectual y el material no producen en soledad. Las emociones no son buenas o malas en sí mismas. La inteligencia es la capacidad de resolver problemas, pero la educación no ha incorporado el autoconocimiento, la autoestima, las destrezas intelectuales y las aplicaciones sociales de la inteligencia. La inteligencia racional complementa la emocional, así como se apoyan, perdidos en el bosque, un paralítico montándose en las espaldas de un ciego. Deben asociarse porque son partes de un mismo sistema. Administrar las emociones es imprescindible para lograr el poder inteligente, que es querer con eficacia. Schopenhauer dijo "la envidia en los hombres muestra cuán desdichados se sienten, y su constante atención a lo que hacen o dejan de hacer los demás muestra cuánto se aburren". El sistema para ocuparse de los demás sin envidias y con inteligencia social, son las alianzas estratégicas múltiples. Consisten en buscar formas nuevas y creativas de conexión. Asociarse con los mejores no produce envidias rencorosas, es trabajar codo a codo con los triunfadores sin tomarse el trabajo de hacer lo que ellos hicieron para conseguirlo.
* El doctor Horacio Krell es el CEO de ILVEM. Consultas a horaciokrell@ilvem.com |