“Ser” es el término necesario para definir pero que no puede aplicarse a sí mismo. Las reglas no lo permiten, aunque para definir “ser” habría que decir el ser es …
Cuando algo aparece y hay que interpretarlo comienza el pensamiento reflexivo. El ser acota la libertad de palabra, impide que se diga cualquier cosa. Las reglas para definir no se aplican a lo nuevo, ante lo desconocido hay que recurrir a la investigación.
Necesitamos explicar eso que atrae la atención y que nos hace hablar. La cadena interpretante se llama semiosis y siempre regresa a ese algo porque no puede entenderlo totalmente. El ser es el líquido por donde circula el pensamiento y en cuanto pensable es un efecto de lenguaje. Pensar es aferrar con la mente la palabra y darle un nombre.
Ese algo es el ser. El lenguaje es equívoco y por lo tanto en lugar de verificar teorías hay que intentar falsearlas, aceptando que cada respuesta no es más que una perspectiva. El entendimiento juega con ficciones, a las que llama verdades según la legislación del lenguaje y las archiva en ese cementerio de palabras que son los diccionarios.
Si todo es interpretación: ¿cuál es la garantía? La epistemología es un cuerpo riguroso del saber y de reglas para verificar proposiciones. La hermenéutica es la interpretación variable de lo posible: ¿cómo se fija entonces el criterio de lo que es aceptable?
El lenguaje no construye el ser arbitrariamente porque éste rechaza las interpretaciones falsas. El ser evita pedir lo imposible, enfrenta al deseo de una libertad absoluta, le pone un límite. Sólo podemos interrogarlo atentos al error. El resto es conjetura.
La imagen, el ser, y la palabra. Tienen una relación dialéctica e interactiva. La imagen surge de la imaginación. Es la huella mnémica del registro a reproducir o recrear.
El hemisferio cerebral izquierdo se encarga de la palabra, el derecho de la imagen. El concepto al que se refiere la palabra abstrae rasgos comunes, es el qué de lo que hablamos. La imagen lo personaliza en el quién. A lo estático del saber la imaginación le otorga realismo y movimiento. Supera la categoría lógica que organiza sin promover ideas. Einstein dijo:”la imaginación importa más que el conocimiento”.
La imagen vive virtualmente en el concepto como posibilidad. Así como la lógica y la experiencia son complementarias, la imagen y el concepto se atraen.
El discurso parte de conceptos, las ideas y las imágenes le dan vida mediante asociaciones. El hecho vive en la imagen, el concepto no lo encapsula. La imaginación surge del arte. El concepto "superficie" se imagina como una hoja de papel. "Superficie" como concepto no coincide con la cosa hoja, pero imaginación lo simplifica. La verdad emerge del movimiento interactivo. Articulando conceptos e imágenes, se combinan la universalidad abstracta con la concreta, se unen la imagen, el ser y la palabra.
Un diálogo que no descarta los opuestos. Para Einstein “el arte llega a las verdades profundas por el camino más sencillo”. El concepto llega a la razón, la imagen al corazón, por eso convence. El hombre soñó antes de hablar, hay que pensar con imágenes y palabras. Einstein se imaginó viajando en un rayo de luz para crear la teoría de la relatividad. Como dijo Pascal “el corazón tiene razones que la razón no entiende”.
El smart power –poder inteligente- debe unir el hardpower -poder duro de la ciencia- con el softpower – poder blando del arte-. El poder inteligente es querer con eficacia.
Las imágenes de hoy son individualistas, reemplazaron a los sueños comunitarios. El nuevo imaginario colectivo está globalizado. El poder inductor de la imagen se refleja en los juegos de violencia, la imagen parece ingenua pero revela un punto de vista.
El sujeto imaginante no se contradice con el sujeto de la ciencia. Abreva en la analogía, la belleza, el absurdo, la mezcla aleatoria. Inventa conceptos y rompe las reglas.
Lo virtual no se opone a lo real sino a lo actual, son maneras de ser. Virtual es la virtud de producir un efecto. Avanzamos si ponemos en tensión creativa el deseo con el ser. Queremos el abrigo porque nos falta la piel que tiene el oso, inventamos el avión porque no tenemos alas. La imaginación anticipa, concibe, proyecta, y virtualiza lo que después se hará concreto, actual y, de nuevo ... virtual. Es el devenir dialéctico entre la imagen, el ser y la palabra. En este ciclo dialéctico se reciclan, una y otra vez, los hechos ocurridos, los signos que los representan y las ideas que nacen del intercambio.