Buenos Aires, enero de 2010
La epidemia de la mediocridad instaló desde hace siglos, convirtiendo en paradoja el crecimiento de la ciencia y la rebaja del desarrollo humano.
El concepto de brecha tecnológica señala una distancia cada vez mayor entre las capacidades humanas y el conocimiento.
La sociedad de consumo. La sociedad actual no es la del conocimiento sino la del consumo. El hombre moderno, como vaticinara Huxley en “Un hombre feliz”, entregó su libertad a cambio de consumo y entretenimiento.
Para intentar ser igual a todos el gran nivelador es la moda. De los tres factores que forjan la personalidad: la herencia, la imitación social y la variación individual, esta última se esfuma y con ella desaparece la originalidad. Porque variar es ser alguien distinto a la masa, tener personalidad propia y no un mero reflejo de los demás.
El hombre mediocre. Caracterizado por José Ingenieros, tiene como función principal la paciencia imitativa y no la imaginación creativa que lo conduciría a la excelencia. Tiende a confundirse con los que lo rodean, piensa con el cerebro de la sociedad y no con el suyo propio.
Desconfía del que trae nuevas ideas y es peligroso pensar por uno mismo. La mayoría mira hacia el costado, se conforma con ser y estar como los demás. Pero ser normal no es nada bueno cuando todos andan mal.
La educación atrasa. Hace pasar de la ignorancia a la mediocridad en lugar de a convertir la fortaleza en excelencia. Es mejor ser anormal y cargarse con inteligencia espiritual, emocional, creativa y estratégica.
Sarmiento confesó su manía por la educación, pero en su obsesión no reparó en los medios. Dijo: “la letra con sangre entra”.
Hoy para aprender a ser un hombre original, aprender a aprender cómo potenciarlo, aprender a hacer las acciones que lo lleven a la perfección y a liderar el cambio social; existen metodologías avanzadas.
Sistemáticamente, generación tras generación, se ha carecido de una educación capaz de detectar los talentos y fortalezas individuales que como brújula interior conecten a cada individuo con su pasión.
Sólo ofrece radares asociados a la moda . Se necesita una educación enfocada al el mundo interior que fomente la trascendencia y la convivencia en la diferencia y no solamente la supervivencia individual.
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