Buenos Aires, Junio de 2010.
Hay distintas disciplinas que, como la musicoterapia, ayudan al cerebro a recuperar información sobre los sucesos de la vida. Se sabe que el paciente con Alzheimer puede recordar eventos de su pasado con la ayuda de una música de fondo. Brandon Ally de la Universidad de Boston, se sorprendió con un caso donde el paciente podía recordar mejor cuando su hija los cantaba con la melodía de una canción que le era familiar. Al escuchar creaba nuevas memorias, una capacidad que se pierde con esa enfermedad.
El experimento.
Los pacientes con Alzheimer reconocieron el 40% de las letras originales en canciones y sólo el 28% de los casos en que se las leían. Las personas sin Alzheimer reconocieron el 80% de las letras, sin importar si habían sido cantadas o no. Brandon Ally sugirió que el enseñarles a tomar la medicación a través de canciones podría ayudarlos a vivir en forma independiente por más tiempo.
El mecanismo que organiza el cerebro es un todo superior a la suma de sus partes. Coordina los procesos de lectura o escucha con los de análisis, síntesis, memorización, expresión y la capacidad de pensar y razonar.
La vida moderna sedentaria, la menor curiosidad, una longevidad creciente y los factores genéticos, predisponen a la generación de enfermedades mentales. Siempre es mejor prevenir que curar, la gimnasia mental en las buenas épocas y una vida creativa preparan al cerebro para llegar a una 4ta edad saludable.
La neuroplasticidad es la cadena neuronal que representa la experiencia. Cuando esa cadena se corta y la enfermedad se desencadena las terapias cognitivas agregan su valor. Aunque se pierda el control, ciertas partes del cerebro funcionan bien y los métodos de inteligencia emocional pueden reconstruir los lazos y hasta generar nuevas memorias.
Marcel Proust el autor de "En búsqueda del tiempo perdido" cuenta una historia que arroja luz sobre cómo influyen los estímulos psicofísicos en el proceso de evocación. Al saborear un bollo mojado en el té recordó el sabor de la torta que su tía le daba cuando niño, y ese recuerdo lo llenó de alegría:
“Me llevé a los labios una cucharada de té en la que había echado un trozo de magdalena. En el mismo instante que tocó mi paladar, me estremecí, algo extraordinario ocurría en mi interior. Un placer delicioso me invadió, sin darme cuenta de cuál era la causa y convirtió las vicisitudes de la vida en indiferentes, sus desastres en inofensivos y su brevedad en ilusoria, del mismo modo que opera el amor como una esencia preciosa. Esa esencia no es que estuviera en mí, es que era yo mismo. Dejé de sentirme mediocre, contingente y mortal. ¿De dónde podría venirme esa alegría tan fuerte y qué significaba? ¿Cómo aprehenderla?
Bebo un segundo trago, que no me dice más que el primero; luego un tercero, que ya me dice un poco menos. Pido a mi alma un esfuerzo más que me traiga otra vez esa sensación fugitiva. Vuelvo a ponerla cara a cara con el sabor reciente del primer trago de té y siento estremecerse en mí algo que quiere elevarse, algo que va ascendiendo lentamente; percibo la resistencia y el rumor de las distancias que atraviesa.
Enfrento la cobardía que me llama a retomar mi vida cotidiana y de pronto el recuerdo surge. Ese sabor es el que tenía el pedazo de magdalena que mi tía Leoncia me ofrecía, después de mojado en su infusión de té. Y como ese entretenimiento japonés de meter en una vasija de porcelana pedacitos de papel, que en cuanto se mojan comienzan a estirarse, a tomar forma, a colorearse y a convertirse en flores, en casas, en personajes. Así ahora todas las flores de mi jardín y las del parque, las buenas gentes del pueblo y sus viviendas chiquitas y la iglesia y el pueblo entero que va tomando forma y consistencia, salen de mi taza de té”.
Del mismo modo que la música logra efectos mágicos sobre cerebros enfermos o el sabor y el olfato renuevan el espíritu de un Proust melancólico : entrenar el alma, la mente y el corazón provoca milagros cognitivos.
En la época que Creta dominaba a Grecia, se sacrificaban periódicamente 14 jóvenes atenienses. Minotauro el medio hermano de Ariadna era el verdugo. Teseo se ofreció para acabar con la bestia. No lo habría conseguido pero Ariadna se enamoró de él y lo ayudó a entrar y salir del laberinto con un ovillo mágico de hilo dorado.
Se trata de encontrar en el cerebro la punta del hilo dorado de Ariadna.
1 mente 2 cerebros. La mente tiene dos servidores: uno trabaja, el otro crea. Uno es razonable, y según Bernard Shaw se adapta al mundo, el otro es irrazonable y adapta el mundo a él.
El poder inteligente – smart power - combina el poder duro - hard power - y el poder blando –softpower -. El primero es racional, opera con conceptos. El blando es emocional y creador. El duro apunta al objetivo, el blando es intuitivo, las ideas le llegan de golpe.
La ciencia y el cerebro. La ciencia escanea el cerebro mientras piensa. Sabe que izquierdo es analítico, objetivo, parcial, secuencial, frío, y realista (el de los ingenieros). El derecho es sintético, subjetivo, holístico, intuitivo, pasional, no lineal, imaginativo, y divertido (el de los artistas y los emprendedores). Lo que falla es el software que los conecta.
Einstein no pensaba con palabras. En la teoría de la relatividad se imaginó viajando en la punta de un rayo de luz.
¿Qué hay que hacer? Salir del problema, incubar, meditar. Dejar que el poder blando encienda la chispa y corte el cable lógico para que concepto e imagen se una. Bernard Shaw concluyó: “el progreso depende del hombre irrazonable
Cerebros de izquierda y de derecha. Cada hemisferio controla la parte opuesta del cuerpo. Los cerebros de izquierda son los favoritos, “andá por derecha” (pero controlado por el izquierdo).
La psicología cognitiva creció sin estudiar la biología cerebral. Asimiló el cerebro al ordenador, porque ambos manipulan símbolos, prefirió el software ignorando la biología cerebral.
Una demostración de cómo se cruzan lo cables neuronales es Internet, el sistema digital que refleja y conecta millones de laberintos neuronales.
Para optimizar el funcionamiento del cerebro es necesario descubrir la inteligencia especial predominante en el marco de las inteligencias múltiples.
El 50% consiste en descubrir el genio interior el otro 50% es aprender los métodos que le permitan operar con eficacia.
Deseando que tengan una buena semana me despido de ustedes hasta el próximo boletín.
Dr Horacio Krell, CEO de Ilvem
40 años dedicados a desarrollar y expandir la inteligencia por el mundo.
Consultas a horaciokrell@ilvem.com.
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