INVERTIR EN EL CEREBRO

Por Horacio Krell*

 

En agosto se lanzó el Centro Cites Ineco, un lugar de encuentro entre  ciencia, salud, innovación, educación y emprendimientos. La inversión fue de $300 millones, es una alianza estratégica  entre la Fundación Ineco, que apoya la investigación y el Centro de Innovación (Cites), la incubadora de proyectos científicos tecnológicos del Grupo Sancor Seguros.

El objetivo es la rehabilitación de enfermedades cerebrales y el abordaje de la condición autista. Otra meta es la educación, se trata de conocer el cerebro para vivir mejor. No es una disciplina nueva, sino de informar sobre neurociencias y conducta aplicables a la economía, al desarrollo de políticas públicas y a la salud, para el Estado, universidades, investigadores y profesionales.

La organización considera que el problema de nuestro país no se solucionará mágicamente con un líder carismático sino con un proyecto estratégico que una a todos los argentinos.

Argentina es uno de los países que padece de la maldición de los recursos naturales que afecta a los países que se creen ricos por tenerlos y los consideran una bendición.  Sin embargo la principal fuente de la economía mundial es hoy el conocimiento. Los argentinos exportamos insumos básicos, acero, servicios, bienes cultuales. Pero lo que no hicimos fue invertir seria y estratégicamente en ciencia y tecnología, para que impacten en la producción. 

Australia tiene 4 veces más recursos naturales, sin embargo a fines de la década del 60 ya tenía el doble de científicos. Un país que invierte en conocimiento no lo hace como un lujo porque ya se ha desarrollado. Es al revés, porque invirtió en capital humano logró desarrollarse.

El test Pisa. Es organizado a nivel internacional por la OCDE y es parcial, mide lo que quiere medir, las partes en lugar del todo, pero sirve para demostrar nuestra decadencia. Argentina se encuentra entre los países de menor rendimiento educativo del planeta. PNL o programación neurolingüística es un método que apunta a "cómo" cambiar y no al "por qué" que justifica la decadencia. No se ata al problema, desata el objetivo. BM o benchmarking es una técnica para compararse con los mejores. Combinando PNL y BM se apunta a la excelencia. Estas técnicas se aplican a personas, empresas y países. Al estudiar el cerebro de Einstein se vio que era igual al cerebro común, no valía por el hardware sino por el software que lo hacía funcionar.

Las empresas japonesas mejorando los productos de EEUU hicieron de Japón una potencia. Finlandia convirtió a la educación en política de estado y es líder mundial en la materia. PNL+BM usadas en forma combinada permiten potenciar los recursos que. Pero el desarrollo de un país no son los recursos que tenemos sino "cómo" aprendemos a usarlos para progresar.

Un conocimiento sustentable. Para serlo debe ser inclusivo y sostenible en el tiempo y en el espacio para terminar con las desigualdades que existen en el país.  Lo fundamental del desarrollo económico es el capital humano en salud y educación, con ciencia y tecnología vinculadas a la producción, generando mayor riqueza, calidad y mejor distribución. 

Un niño desnutrido, malnutrido o poco estimulado es un cerebro en peligro. Las revoluciones sociales nacen de abajo hacia arriba. Alfonsín representó la democracia, pero la exigió la sociedad. En 1978, la sociedad miraba el Mundial de Fútbol; esa era la realidad. Unos años más tarde, el 99% de la gente pidió democracia. Lo que debe pasar para que salgamos de la mediocridad donde estamos es que en algún momento, los argentinos pidan masivamente salud, educación, ciencia y tecnología. No va pasar de arriba para abajo, los políticos no lo van a hacer porque no les brinda votos, aunque la educación sea un clásico en las campañas.

Corea del Sur, hace unas décadas, era una gran villa miseria con un grado de analfabetismo bestial y hoy es una de las economías más potentes del mundo. Invirtió en ciencia, tecnología, innovación y desarrollo. En la Argentina discutimos el candidato, la foto, quién gana la elección; pero gane quien gane, si no se invierte en conocimiento, en 10 años habrán más pobres y más desigualdad. Acá tuvimos veranitos económicos pero la brecha social creció, como en la década de los 90. Hay que invertir en el cerebro; es el capital más importante de un país.

Fuera de la disciplina. La interacción de áreas dispares de conocimiento es mucho más que interdisciplinaria, donde hay una profesión dominante sobre tema a tratar. La antidisciplina es crear un conocimiento nuevo, de una disciplina que no existe; es un conocimiento disruptivo.

Un dilema en el mundo es qué pasa con un auto automático. Si choca, ¿preserva la vida del pasajero o del peatón? Para resolverlo se necesitan expertos en conducta, psicólogos, tecnólogos, programadores, abogados y filósofos; en la universidad argentina no se hace.

El estudio del cerebro a escala social. El paradigma económico tradicional pensaba que somos seres racionales pero esto cambió con las neurociencias. El estudio de la conducta y el cerebro nos dan cada vez más datos que demuestran que decidimos con sesgos y emociones; aún en las decisiones políticas. Hoy sabemos que el cerebro termina de desarrollarse a los 20 años. Por lo tanto, políticas que apunten a la buena alimentación y estimulación para los niños están muy bien, pero ¿qué pasa después? Es un tema que la política debe  tomar de la neurociencia.

Inglaterra tiene una institución dedicada a estudiar cómo pequeños cambios en la conducta pueden mejorar el diseño y la implementación de políticas públicas referidas a la salud, seguridad vial, tema de género, etc. Uno de los problemas más importantes de la salud pública mundial es que la gente se siente sola, la soledad genera depresión y muchas enfermedades que a sistemas públicos les cuesta mucho dineroLos ingleses crearon un Ministerio de la Soledad; mostrando como las neurociencias pueden impactar positivamente en la sociedad. 

Cómo generar valor agregado. Puede verse detallando cómo se fabrica un celular. Si el dispositivo pesa 135 gramos, necesita: 30 gramos de litio, 27 gramos de plástico, 20 gramos de vidrio, 16 gramos de cobre, 15 de cromo y, en menor cantidad, también aluminio, platino y hasta 2 gramos de oro. La Argentina es proveedora de todo eso, pero se queda con la menor tajada de ese negocio. Si analiza el balance de Apple o Samsung, notará que el costo de la materia prima necesaria para su fabricación es de US$3. Surge simplemente de multiplicar cada materia prima por su valor de mercado. Si se le suman los salarios para ensamblarlo, publicitarlo, empaquetarlo y distribuirlo, más las acciones de marketing y servicio postventa, el costo es de US$100 más. Por lo tanto, el costo de fabricación total es de US$103 por celular. El valor promedio de mercado es de unos US$700. ¿Qué representa a los US$597 restantes? Conocimiento, investigación y desarrollo. Un niño no es un genio por como maneja el celular o el iPad, el genio es el ingeniero de Apple que logra que sea tan fácil de utilizar.

¿Argentina es un país rico? Piense que solo representamos US$3 en esa escala de valor aportando las materias primas. Los empleados otros US$5. Pero los que aportan el conocimiento se reparten los otros US$692. Porque juntando el litio más el plástico, más el cobre, el vidrio y el oro, no se puede mandar un mensaje por WhatsApp, ni pasar una nota a un amigo, ni poder compartirla en Twitter o en otra red. Por eso vale más el conocimiento. La tierra no crea ricos. Rico es quien halla el método de producir algo rentable, algo que la gente necesite.

Los recursos físicos se agotan. La tierra, la soja, el maíz o el petróleo son recursos agotables, las ideas y el conocimiento no. Para demostrarlo en valores de mercado, si hubiese invertido hace diez años US$10.000 divididos en Netflix, Facebook, Google, Nintendo y Amazon, hoy tendría cerca de unos US$600.000. Es más, si doce años atrás, cuando nacía bursátilmente Mercado Libre, invertía US$10.000 en sus acciones, hoy tendría US$150.000. Pero si ese día optaba por YPF (eso que todavía no tenía Vaca Muerta), hoy tendría US$5000.

Los futuros países ricos piensan en lo que no existe y qué será necesario en 10 años. Los eternos países pobres creen que el resto del mundo conspira contra ellos. Debemos analizar algunas alternativas de inversión pensando en el futuro. Puede ser el momento, porque sabemos que, cuando sacuden el árbol, te dan la oportunidad de recolectar los frutos más fácilmente. Así se deberían pensar las inversiones. Comprar cuando la inversión duele es el momento en que se gana. Cuando las cosas son obvias y seguras, no tienen rentabilidad, porque tienen bajo riesgo.

Lo que no hay que hacer, dónde no invertir. A corto plazo, se pueden subsidiar la compra de autos, la energía, el transporte y la nafta. Es más, son medidas que incentivan la demanda, pero si no hay inversión a largo plazo para brindar ese servicio, para aumentar la oferta, ese subsidio se transforma en un sacrificio para los contribuyentes. Si necesita subsidio, no es negocio, solo lo es para el que tiene un buen contacto con quien otorga ese subsidio. No necesitar favores de un tercero para hacerlo, sino con el tiempo ese tercero será más relevante que usted.

No es negocio lo extremadamente regulado. A corto plazo, pueden poner precios máximos en el supermercado, a las tasas de interés o al valor del dólar, pero se elimina la competencia dejando solo en pie al que pueda soportarlo, al más fuerte. El supermercado se nutre de proveedores. El banco usa dinero de ahorristas. Por eso, al que están congelando es al productor o al proveedor o al ahorrista, por ende, lo están desalentando a producir o ahorrar más. Sin ahorristas no hay crédito; sin crédito solo crece el que ya tiene dinero, aumentando la desigualdad y, con ello, dejándonos sin movilidad social. Antes de hacer un negocio, la mercadería que se vende tiene que rotar más rápido que el plazo del crédito. Siempre el plazo de descuento de un cheque tiene que ser más largo que el plazo de cobranza de la venta, si no lo van a fundir los intereses.

La historia de un panel de vidrio roto en una panadería. No es negocio algo que se genera con demanda artificial. Algunos opinan que romper la vidriera de una panadería es un beneficio social, porque la ventana rota proporcionará empleo a un vidriero, que, con lo que gana, lo gasta en el almacén, y el almacenero en el quiosco, el quiosquero en un jardinero y así se dinamiza la demanda. Sin embargo, veamos ahora las cosas desde el punto de vista del panadero. Él tendrá que postergar consumo para reponer el vidrio roto. Tal vez él estaba planeando gastar en un traje nuevo. Por lo tanto, no tiene traje nuevo y solo tiene una ventana de reemplazo y el sastre se quedó sin trabajo y ya no contrata al jardinero. En ese acto de destrucción, la ganancia del negocio del vidriero es la pérdida del sastre: solo se produjo una transferencia de riqueza.

La dificultad es que el público verá la nueva ventana, pero nunca verá el nuevo traje, porque nunca se hará. Antes de emprender un negocio trate de no afectar a nadie, que su lucro no sea la ruina de otro. La vida es una calesita y usted nunca sabrá de qué lado va a estar.

El mejor negocio para invertir. Los ciudadanos del mundo pudiente van a gastar más dinero en educación (saben que el conocimiento es la llave de la riqueza futura) y en entretenimiento (vale más una entrada a un recital o de un show deportivo que un celular). Gastan más en encordados que en raquetas, en cartuchos que en impresoras, en nuevas apps que en aparatos; se gasta más en servicios que en productos. El mayor competidor de Nike es la PlayStation.

La tecnología ayuda a maximizar el tiempo, deja más espacio para viajar, jugar y hacer deportes, actividades centrales para las nuevas generaciones. También se invierte más dinero en lucir más joven y saludable, o sea en biotecnología. Ya sobre-comunicados, buscarán prolongar como puedan su estándar de bienestar. Las empresas que más se capitalizaron en el mundo los últimos años tienen que ver con el mundo vegano, redes de comunicación y redes de comercialización (Amazon, Mercado Libre). El mundo pasó de "mi hijo el doctor" a "mi hijo el programador o influencer. Aquí creemos que la culpa del subdesarrollo es del que aporta capital, del que nos presta o del que arriesga su capital para buscar un mejor estándar de vida.

Inteligencia país. No es sumar las inteligencias individuales sino organizar la vida pública para desarrollar el capital institucional. La inteligencia país es como el estado gestiona la capacidad individual de la gente y de las instituciones para promover el bienestar general.

La inteligencia social creó productos tan sabios como el lenguaje y la cultura de los cuales se nutre la inteligencia de las personas. Los países inteligentes gestionan información, descubren y resuelven problemas, fomentan la creatividad, se proponen y alcanzan metas importantes. Así se desarrollan y aprovechan los talentos individuales y sociales estimulando la interacción.

Nueva Zelanda es un buen ejemplo: 2,5% de inflación, 5% de desempleo y 0 de deuda externa. Inclusión social, equidad, justicia, reconocimiento de minorías, respeto por los derechos humanos son valores compartidos. Cuando Gran Bretaña ingresó a la Comunidad Europea, Nueva Zelanda entendió que debía hacer foco en los países del Asia-Pacífico. Demoró las innovaciones hasta 1984 cuando reestructuró el estado, generó una apertura económica, modificó el sistema electoral, y reconoció los reclamos del pueblo maorí. Las reformas ordenaron la vida pública e hicieron ágiles y previsibles a sus instituciones.

La ciudadanía respetó las reglas y se vio a sí misma formando parte de esa región. El Foro Económico de Davos la calificó como la 8va economía más competitiva. Parece milagroso pero es sólo trabajo, compromiso, confianza y cumplimiento de normas. La clave es el capital institucional creado en una nación pequeña pero grande en inteligencia individual y colectiva.

Programar la inteligencia de un país. Invertir en la inteligencia de la gente es la prioridad. Hay que desarrollar su potencial creador y formar canales de participación ya que la inteligencia país se construye desde abajo. Para eso hay que desarrollar la capacidad de aprender, hacer, adaptar y crear. Por último hay que retener a la gente que es el capital social de la economía. Los países en desarrollo pierden si la inteligencia se va, las economías desarrolladas ganan cuando la reciben. El desafío de la inteligencia país pasa por la educación. No se trata de brindar información y conocimiento sino de enseñar una forma de ser, de crear y de hacer. Mientras el pesimista se queja del viento y el iluso espera que cambie, el optimista realista, ajusta las velas. Para Séneca no existen vientos favorables para el que no sabe a qué puerto quiere llegar.

*Dr Horacio Krell. Director de Ilvem. Contacto horaciokrell@ilvem.com (celular 1554224742).

 




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