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Micro Nº 28
Ilvem enseña a capturar la oportunidad allí donde se encuentra.
Dos hermanos peleaban por la misma naranja, entonces intervino la mamá. Aunque parecía lo correcto, la solución no era dividirla en partes iguales.
El problema es una discrepancia entre lo que es y lo que debería ser. El conflicto ocurre cuando dos o más desean lo mismo.
Y la crisis, con su doble cara de amenaza u oportunidad ante lo nuevo, tiende a desorganizar la capacidad para enfrentarla.
Las diferencias son positivas si enriquecen. Tener que aceptar un único punto de vista provoca tensión.
Negar el conflicto o la injusticia, no aceptar que somos parte del problema es tan negativo como poner leña en el fuego de la hostilidad.
En el imaginario social la agresividad está instalada. Para gestionar el conflicto hay que aceptarlo con tranquilidad, conocer el motivo, evitar la reacción impulsiva
y valorar el disenso como fuente creativa.
La estrategia debe ser la afirmación del yo sin descuidar la cooperación. El lenguaje del acuerdo expresa sentimientos, describe procesos observables,
interpreta fundamentando, informa sobre el estado emocional, enuncia las consecuencias y aclara la intención con que formula.
Las controversias se resuelven mediante transacciones y concesiones mutuas. Pero el suicidio de la razón es querer ganar a cualquier precio porque en ese caso no se
pueden evitar las consecuencias. Un conflicto se parece a un acertijo con barreras que traban la solución porque impiden indagar sobre el interés de cada parte.
La ética de la disputa debe eliminar la violencia argumental que es la antesala a la violencia física: los puñetazos se apoyan en argumentos falaces.
El lenguaje, como procesador de la percepción, es una amenaza y una oportunidad. Las palabras problema, conflicto, regateo, tienen una carga emocional negativa y estatizan
el pensamiento formando conceptos inmóviles.
La mente es un sistema autoorganizador que activa la percepción según el color del cristal con que mira. Una persona deprimida piensa diferente a cuando está contenta.
Como ciertas palabras remiten a un pasado que repite más de lo mismo, conviene nombrar con términos que estimulen una mirada nueva que apunte hacia el futuro.
“Proyecto” es una palabra asociada a una salida adecuada para las partes. “Conflicto” confirma otra mentalidad: lo que yo gano es lo que tu pierdes.
Interrogados los hijos sobre para qué querían la naranja, uno quería el jugo y el otro la cáscara para decorar una torta. Partir al medio la naranja hubiera sido repetir el error.
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